Dar el pecho durante seis meses puede evitar emisiones de hasta 154 de kilos de CO2 por cada bebé, según una investigación recientemente publicada en el ‘British Medical Journal’ en la que participaron expertos del Imperial College de Londres.
La literatura científica demuestra el estrecho vínculo que existe entre la lactancia materna y fenómenos como el cambio climático. Se trata de un alimento natural y renovable que no deja huella de carbono en el medioambiente ni tampoco requiere envasado, transporte o combustible para su producción y consumo, como apunta Anna Bach Faig, profesora e investigadora del grupo FoodLab de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Otro dato interesante aportado por este estudio es que la cantidad de agua caliente necesaria para calentar los biberones de la leche de fórmula implica un gasto anual de energía equivalente al de cargar 200 millones de teléfonos móviles.
Para Natalia Panadero, investigadora del grupo FoodLab de la UOC, un dato muy ilustrativo y revelador es que, según algunas investigaciones realizadas al respecto, los países más afectados por el cambio climático muestran también las tasas más bajas de lactancia materna.
A pesar de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la realidad es que solo alrededor del 40 % de los bebés nacidos anualmente son alimentados exclusivamente con leche materna hasta los seis meses de edad. Y es que, aunque muchas de las madres están concienciadas, las dificultades que afrontan algunas para dar el pecho y los problemas de conciliación laboral son barreras muy importantes para la lactancia materna.