Emuladores y roms: la forma de jugar a videojuegos retro de consolas que ya no existen

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Si hay algo que nos retrotrae a nuestra infancia, por encima de películas o de música, son videojuegos. Jugar a videojuegos a los que jugábamos de niños es la sensación que más nos hace rememorar aquella época. Los tiempos van muy rápido y las videoconsolas y los juegos se van renovando a un ritmo increíble. Ya fuera porque no contábamos con las consolas en casa o porque las hemos perdido en un cajón en el trastero, no podemos tener acceso a ellas.

Por suerte, los más avezados en cuestiones tecnológicas, desde hace mucho tiempo, vienen haciendo unos emuladores para que podamos jugar a las consolas y a los juegos favoritos. Para los que no saben de lo que hablamos cuando decimos roms y emuladores os lo explicamos. Emuladores son los programas que hacen que los juegos antiguos funcionen como en su máquina original, pero en dispositivos nuevos. Roms son los propios juegos antiguos en un formato digital.

Estos emuladores podéis usarlos en vuestros teléfonos móviles, en vuestros ordenadores e incluso en microordenadores como son las Raspberry para jugar en donde queráis. Eso sí, os advertimos que los roms deben ser obtenidos de una copia original del juego. En caso de que los encontréis en internet o en alguna web, será ilegal tenerlos y puede meteros en problemas legales, ya que la piratería está perseguida por la ley.

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Máquinas Arcade

¿Os acordáis de las máquinas que había en los recreativos en donde jugábamos a los Space Invaders, a los Metal Slug o Cadillacs y Dinosaurios? Ahora podréis volverlos a jugar con el emulador llamado MAME. MAME es de código abierto, es decir, gratuito y realizado por usuarios anónimos que emula el hardware de las máquinas recreativas.

Con MAME podremos volver a rememorar la época de Space Invaders, Snow Bros, Final Fight o Ghosts ‘n Goblins. Hay personas que van más allá y con un microordenador y de forma manual hacen una máquina arcade con sus joystick y botones y todo. Especial para manitas, pero todo un lujo para todo el que conoció aquella época y para que el que no la conoció, descubra lo que era jugar horas y horas a esas máquinas.

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