El mundo de la gastronomía puede resultar, sin duda alguna, fascinante, de tal manera que cada vez se trabaja más para conseguir innovar. Hay que sorprender al público sin que se dé cuenta. Como si fuera un truco de magia, el cliente tiene que disfrutar sin saber cómo ha ocurrido. Dentro de esta innovación se encuentra la búsqueda de nombres que impacten en el consumidor. Palabras que lleguen mucho más que las frases. Mensajes directos, claros y concisos.
Así que, para, no sigas limpiando las gafas tratando de quitar esa mota que no te deja ver con claridad la pantalla de tu teléfono móvil. Estás leyendo perfectamente. ¿Tal vez te suena un tanto vulgar? La verdad es que hoy en día ya nada resulta extraño… ¡No le des más vueltas!, el nombre no es nada más y nada menos que el de un restaurante del centro de Barcelona. Un lugar del que no vas a querer salir. Un rincón para disfrutar con tus cinco sentidos. Un espacio de reunión y armonía. ¡Hoy comemos en My fucking Restaurant!
1El nombre de la discordia
Seguro que su propietario, el chef italiano Matteo Bertozzi estuvo varias noches sin poder pegar ojo pensando en un nombre que dijera mucho y a la vez fuera algo picante, subliminal. Tenía que crear una marca que tuviese mucho en común con la ciudad condal, aquella que tanto ama y que tantas alegrías le ha dado y con su estilo en la cocina. La verdad es que lo ha conseguido y los clientes no solo recuerdan el establecimiento por sus platillos y tapas, sino que el nombre se les queda muy grabado, como si hubiera sido marcado en la mente con uno de esos sopletes que utilizan para sus platos. Todo gracias al «sutil» nombre que lleva por bandera.
Una vez que entras en el restaurante, aparecerás en un mundo nuevo basado en la historia del Raval; el barrio situado en Ciutat Vella que hoy es un lugar donde conviven varias culturas. Por desgracia, en los últimos años suelen llegar noticias tristes de ese barrio, haciendo que se pierda la esencia de sus calles, sus casas, su tradición.
Pero volviendo a lo nuestro, la primera estancia a la que vamos a entrar es al fantástico bar, con una preciosa barra y el espacio dedicado al show cooking, que como podrás imaginar, deja con la boca abierta a todo aquel que allí se encuentre presente. Merece la pena vivir ese espectáculo.
Después aparece frente al cliente el salón, desde donde podrás divisar el increíble huerto urbano, con sus tomates, pimientos, calabacines, lechugas y demás hortalizas. ¿Adivinas de dónde proceden sus productos? Efectivamente, cosecha propia. Producto 100% natural, sin intermediarios. ¡Del huerto a la mesa! Además, la decoración está tan trabajada que no verás nada en esa espacio que no te guste. ¡Bueno, ni en ningún otro! Todo en sí es tremendamente bello, luminoso, exótico. Podrás observar vitrinas repletas de botellas de vino de todas las denominaciones y en las estanterías hay colocadas cestas o cajas estilo vintage donde hay frutas y verduras.
Continuamos la visita y llegamos al rincón más esperado: el privado del chef, donde tendrás un acceso directo con todo el personal de cocina, que estará en esos momentos preparando las recetas. Esto es algo muy novedoso, ya que no en todos los restaurantes puedes estar, prácticamente, dentro de la cocina. Conocerás de cerca cómo se plantean los menús de una noche, el tiempo que dedican en cada platillo y la mejor forma de presentar una tapa.