Como hemos informado a lo largo de la mañana, Miguel Bosé y Nacho Palau se han reencontrado en los Juzgados de Pozuelo de Alarcón para que un juez dirima la doble filiación de los hijos que tuvieron mientras eran pareja, Diego y Tadeo en el caso del cantante, e Ivo y Telmo en el del escultor. Cuatro niños que, pese a no ser biológicamente hermanos, se trataron como tal hasta que tuvieron ocho años y sus padres rompieron su relación. Ahora, el valenciano ha demandado al artista para que los cuatro niños sean reconocidos legalmente como hijos de ambos y tengan los mismos derechos y educación, además de vivir en el mismo país.
Si a la entrada del juicio que le ha enfrentado al que fue su pareja durante 26 años Miguel Bosé ha conseguido pasar inadvertido y que ninguno de los numerosos medios de comunicación apostados a la entrada de los Juzgados de Pozuelo de Alarcón pudiese captar una imagen suya, a la salida ha optado por una estrategia similar. Y es que, después de cinco horas de un tenso cara a cara con Nacho Palau, el cantante de «Morena mía» ha salido del edificio judicial por una puerta de parquing poco habitual, y oculto en la parte de atrás de una furgoneta con los cristales tintados para evitar ser visto. De ahí, Bosé se ha dirigido directamente a su domicilio – en una lujosa urbanización a las afueras de Madrid – donde, nervioso, espera la decisión judicial que determinará el futuro de sus hijos.