El salmón es uno de los pescados más ricos y sabrosos que se puede comer. Además, es que es muy polivalente y se puede cocinar de muchísimas maneras. Eso sí, este pez necesita ser cocinado con cuidado para que quede en su punto. Si nos pasamos de cocción, quedará seco. Y si no lo hacemos demasiado, arruinará el plato con su crudeza. La carne de este pez naranja es jugosa y apenas sin espinas.
Además, es que es un alimento muy sano y saludable. De hecho, es uno de los pescados más alimenticios del mundo. Este pescado, que nace en agua dulce, llega al mar para crecer y desarrollarse y vuelve al río a poner sus huevos. Esta migración hace que desarrolle esa masa muscular tan rica a la hora de cocinarla. Sin embargo, estuvo a punto de extinguirse debido a la sobrepesca. Es rico en proteínas y omega tres. Si lo comemos cocinado, vamos a darte algunos consejos para que le des su punto ideal.
1Elegir un buen salmón
Sin duda los salmones más ricos son los que viven en libertad. La diferencia con los de criadero se nota bastante en su sabor y en la textura de su piel. Este tipo de salmones también son más caros y más potentes en la boca.
Pero son complicados de encontrar. Así que tenemos que conformarnos con los salmones de criadero y piscifactoría que nos llegan directamente desde Noruega, en donde están los mayores criaderos de salmones del mundo.
En estos criaderos hay salmones de distinta calidad. El salmón óptimo es el que cuenta con las agallas rojas y con un color muy potente. Sin embargo, el color del propio pescado no es un signo de calidad. Los mejores salmones suelen ser los que tienen un peso de entre 4 a 5 kilos.