Cuando somos más jóvenes, masticar chicle es algo muy común, sobretodo en la época de los Boomer, que hay poca gente que no lo haya comido alguna vez. También es una gran solución si no tenemos un cepillo de dientes a mano y queremos quitarnos el sabor de la comida al terminar de comer. Con el chicle se libera tensión e incluso conseguimos refrescar el aliento. Lógicamente, masticar chicle tiene sus beneficios y sus inconvenientes principalmente para nuestro salud bucal, aunque no solo afecta a la boca. Por ello, vamos a ver las razones por las que no volverás a meterte un chicle en la boca.
Algunos aspectos positivos de masticar chicle son por ejemplo la estimulación de la producción de saliva, que consigue «neutralizar la acidez que se suele producir sobre la superficie de los dientes», según algunos expertos odontólogos. No hay estudios concluyentes sobre si ese hábito es bueno o malo, pero vamos a centrarnos en los inconvenientes.
Veamos cuáles son los principales puntos en contra de masticar chicle:
1Problemas de mandíbula
El primer problemas es el más común. Masticar chicle puede ser muy perjudicial para las personas que tienen trastornos mandibulares pre-existentes y aun estos pueden agravarse. Pero no solo les afecta a ellos, ya que los que no tienen problemas de mandíbula también pueden sufrirlos a raíz de masticar chicle de forma común. Puede dañar las articulaciones alrededor de la boca al forzarlas y esto hace que se desgasten y pueda llegar a alterarse el cierre de la boca.
Para los que sufren de bruxismo (apretar o rechinar los dientes al dormir) comer chicle está especialmente contraindicado por las consecuencias que podría tener.