Las evidencias sobre las consecuencias negativas del azúcar en el organismo son abrumadoras. Llevamos oyéndolas desde niño, cuando nos decían que no comiésemos demasiadas gominolas si no queríamos que se nos cayesen los dientes. También sabemos que una dieta sana y equilibrada pasa por reducir al máximo el consumo de azúcares. Ahora, un reciente estudio de la Universidad de Colorado, aporta luz sobre las repercusiones en el comportamiento humano que puede tener el abuso del azúcar.
Según este estudio, los desórdenes hiperactivos podrían estar enraízados en un impulso humano desencadenado por el consumo de alimentos con altos contenidos de azúcar. Por ejemplo, el helado y las galletas. La Universidad de Colorado expone que los bajos niveles de fructosa conducen a una energía destinada a encontrar una fuente de azúcar.
No obstante, en cantidades excesivas, este mismo impulso puede convertirse en hiperactivo e impulsivo. Y aquí es donde empiezan los problemas de adicción, impulsividad y agresividad que incrementan el riesgo de trastornos conductuales. Entre ellos, afirma el equipo de investigadores, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), depresión maniaca y desorden bipolar.
Exceso de fructosa
El estudio, bajo el título, “Fructose and uric acid as drivers of a hyperactive foraging response: A clue to behavioral disorders associated with impulsivity or mania?”, fue publicado en la revista Evolution and Human Behaviour.
La fructosa, es decir, el azúcar que contiene la fruta, se encuentra de forma natural en la miel y en muchas otras plantas. No obstante, se ha vuelto omnipresente en las dietas modernas a través del azúcar refinada y el jarabe de maíz. Las comidas y bebidas que incluyen altos niveles de fructosa incluyen helados, galletas, tartas, manzanas, uvas, zumos de futas, yogures de sabores y bebidas azucaradas.
De hecho, se estima que nuestro consumo medio de fructosa es cuarenta veces superior al consumo medio en el siglo XVIII. Este auge de la ingesta de fructosa coincide también con el aumento de la incidencia de la diabetes y la obesidad. La Organización Mundial de la Salud establece que es positivo un consumo moderado de azúcar al día, pero la mayoría de la población en países desarrollados excede por mucho esa cantidad.
“Los desórdenes conductuales son comunes, y están asociados a la obesidad y a la dieta occidental, escribe Ricard Johnson, uno de los autores del estudio y profesor de la Universidad de Colorado. “Un consumo excesivo de fructosa, en forma sobre todo de azúcares refinados, podría tener mucho que ver con la aparición de estos problemas”. Eso sí, matiza: “La identificación de la fructosa como un factor de riesgo no niega la importancia de los factores genéticos, familiares, psíquicos, emocionales y medioambientales”.
Instinto de supervivencia
Sin embargo, añade el investigador, “proponemos que un consumo excesivo de fructosa puede tener un rol importante en el origen y desarrollo de este tipo de desórdenes. No se trata de que culpemos al azúcar de los comportamientos agresivos, pero sí creemos que puede contribuir a ellos”.
En su investigación, el equipo revisa las investigaciones previas sobre la fructosa y su impacto en el organismo humano. “La fructosa, a través de la disminución de la energía en las células, genera una respuesta similar a la que tiene lugar cuando tenemos mucha hambre”, explican los investigadores.
“Esta respuesta de búsqueda estimula las conductas de riesgo, la impulsividad, la búsqueda de novedades, la toma rápida de decisiones y la agresividad. Todo eso ayuda a asegurarse comida y, por tanto, garantizar la supervivencia·”, añaden los científicos.
“Mientras que un consumo normal de fructosa es positivo para la supervivencia, en el último siglo se ha disparado. La actual dieta occidental conlleva unas cantidades de azúcar muy altas”, dicen en su estudio. “Lamentablemente, esta sobreactivación que conlleva el exceso de azúcar puede generar comportamientos impulsivos. Desde un déficit de atención e hiperactividad hasta un trastorno bipolar o, incluso, a la violencia”.
Uno de los estudios que revisaron es muy elocuente a este respecto. Según el mismo, los suhetos que tienen alto porcentaje de tendencias hiperactivas tienden también a mostrar más conductas exploratorias. Eso, según dicen los investigadores, concuerda con su teoría que el TDAH es un reflejo de un tipo de conducta exploratoria orientada a conseguir alimento.
Dudas sobre el estudio
Pese a todo, hay algunos expertos que reciben las conclusiones del estudio con escepticismo. “Es un modelo biológico elegante y plausible”, reconoce Edmunf Sonuga, psicólogo del desarrollo del King College de Londres, “y está basado en un sofisticado pensamiento bioecológico. Por desgracia, la idea de que exista un vínculo consistente entre altos niveles de azúcar y el TDAH en humanos ya fue desacreditada hace varias décadas”.