El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha avisado de que la pandemia de la Covid-19 «no será la última crisis sanitaria mundial» y, por este motivo, espera que lo que está ocurriendo sea «un punto de inflexión para la seguridad sanitaria mundial y para la salud mundial.
«Esta es nuestra oportunidad de escribir esa historia ahora. Se necesita una vacuna con urgencia para controlar la pandemia. Pero, como sabe, no solucionará las vulnerabilidades de raíz. Una vacuna no puede abordar la subinversión mundial en funciones esenciales de salud pública y sistemas de salud resilientes, ni la necesidad urgente de un enfoque de ‘Una sola salud’ que abarque la salud de los seres humanos, los animales y el planeta que compartimos», ha afirmado.
Asimismo, durante su discurso de apertura este lunes de la 73 ª Asamblea Mundial de la Salud (WHA73), ha advertido a los Estados Miembros que «no existe una vacuna para la pobreza, el hambre, el cambio climático o la desigualdad» y que «ninguno de estos desafíos puede abordarse de forma aislada. Están profundamente entrelazados, y así debe ser nuestra respuesta».
Por otro lado, ha destacado cuando se contabilizan 50 millones de casos en todo el mundo, que la pandemia ha causado estragos en formas que nadie puede medir. «No podemos medir el dolor de las familias que no pudieron despedirse de sus seres queridos. No podemos medir el miedo que sienten tantos ante un futuro incierto», ha explicado, al tiempo que advertía que «nadie conoce los efectos a largo plazo de este virus en el cuerpo humano o en el tipo de mundo que heredarán nuestros hijos y nietos».
Aunque se trata de una crisis mundial, ha recordado que los países han respondido de manera diferente y se han visto afectados de manera diferente. «La mitad de todos los casos y muertes ocurren en solo cuatro países. Hay muchos países y ciudades que han logrado prevenir o controlar la transmisión con un enfoque integral basado en evidencia», ha señalado.
Sin embargo, varios países, especialmente en Europa y América, han vuelto a introducir restricciones para abordar la nueva ola de infecciones que enfrentan y evitar que sus sistemas de salud se vean desbordados. «Podríamos estar cansados de COVID-19. Pero no se cansa de nosotros», ha señalado, recordando que «se alimenta» de quienes tienen una salud más débil, «pero también se alimenta de otras debilidades: desigualdad, división, negación, ilusiones e ignorancia voluntaria».
«No podemos negociar con él, ni cerrar los ojos y esperar que desaparezca. No presta atención a la retórica política ni a las teorías de la conspiración. Nuestra única esperanza es la ciencia, las soluciones y la solidaridad», ha señalado.