El año 2011 puede estar marcado como uno de los mejores para el Real Madrid, porque es que justo ese año llegó procedente del Lens de Francia un jugador que en la actualidad es catalogado como uno de los mejores centrales de esta década y que además ya es historia del conjunto merengue. Ese futbolista no es otro que Raphael Varane. El defensor se ha ganado un respeto inusitado con el paso de los años gracias a sus grandes dotes en la zaga, pero también su elegancia y profesionalidad. Parte de eso tiene mucho que ver con lo tranquilo y reservado que es, algo que comparte con esa compañera fiel que es su esposa Camille Tytgat; que desde la juventud lo ha seguido en sus sueños y juntos han crecido mucho.
Aunque se conocieron desde muy jóvenes poco se sabe de la vida de esta sexy francesa, debido a que a ambos les encanta su privacidad. Al no compartir mucho de su vida privada muy pocas veces se puede ver a la bella esposa del central merengue; sin embargo, cuando ella aparece ha logrado paralizar el lugar donde se encuentra, porque su hermosura es tal que deja a todos estupefactos. Tytgat no lo presumirá ni se pondrá como el centro de atención, pero lo cierto es que sin exhibirse ha logrado acumular admiradores allá por donde va.
1Camille Tytgat ha sido el único amor de Varane
Los jugadores suelen tardarse un poco en encontrar ese amor que de equilibrio a sus vidas y que los mantenga estables, más en un mundo como el del fútbol que es tan cambiante; algunos como Ángel Di María siempre ha declarado que lo mejor ha sido casarse, porque eso ha hasta que juegue mejor. Sin embargo, a diferencia del argentino hay otros que tuvieron mucha suerte y desde jóvenes pudieron hallar a su alma gemela, un buen ejemplo de eso es el mismo Varane con Camille Tytgat. Ambos se conocieron en el instituto, él tenía 16 años y ella 15 años, pero el amor los atrapó desde entonces. Cuando Varane fichó con el Real Madrid, pues Tytgat no lo dudo un instante y decidió seguir al francés a la capital española. El defensor tiene mucha suerte de contar con el amor de semejante bellaza.