Luego de 38 jornadas intensas, con 11 finales de infarto que se jugaron tras el parón causado por la pandemia del coronavirus; por fin, el Real Madrid conquistó LaLiga Santander. En total sumó 87 puntos gracias a 26 triunfos y nueve empates. Números importantes que hablan de calidad, pero números fríos que no reflejan el esfuerzo titánico de una tropa unida bajo un solo mando. El amo y señor de este equipo: Zinedine Zidane.
Si bien es cierto que en la cancha los jugadores son los protagonistas, de esta esta Liga se pueden sacar varios en concreto. Aunque destaco por encima del resto a Thibaut Courtois, Sergio Ramos y, sobre todo, Karim Benzema; la verdad es que para el Madrid nadie fue más vital que ese francés de traje en la banda que armó un equipo bajo la premisa de ganar, ganar y ganar.
Pese a las dudas que generó al principio de temporada, cuando el nombre de Mourinho revoloteaba en el ambiente, Zidane siguió impávido en el cargo. Entendió por fin el problema de gol que tenía el equipo y dio un volantazo certero que demostró lo buen técnico que es.
El poder de la eficacia que implantó Zidane
El entrenador galo comprendió que los goles que se fueron con Cristiano Ronaldo a la Juventus nunca iban a volver y menos que entre varios jugadores llegarían a esa estratosférica cantidad, por eso cambió el discurso y decidió armar el equipo desde la defensa. Cubrir a Courtois, respaldar al compañero, ayudar en las bandas, una presión arriba infernal gracias a su buen estado físico y terminar los partidos con la portería limpia; con eso en mente se comenzó a fraguar esta Liga blanca. La virtud de los jugadores de este Real Madrid fue escuchar al francés y no solo eso, también valorar ese mensaje para seguirlo a rajatabla.
Con Ramos y Courtois al frente, el equipo de Zidane se armó de atrás hacia adelante y logró la friolera de 19 vallas invictas. Los merengues se convirtieron en un grupo granítico, un muro infranqueable alrededor de su portero y arropando la idea que su técnico. Todos entendieron que la hora de jugar bien ya llegará, ahora para obtener el trofeo debían ganar y nada más.
Los partidos fueron dominados por un verdadero grupo que se juntó en torno a la figura de su entrenador, uno que además demostró pizarra con alineaciones certeras (¡esos cinco mediocampistas!), sacándose ases de la manga (Valverde, te quiero) y que comprendió el buen momento de algunos de sus futbolistas para colocarlos donde mejor rendían (segunda juventud de Benzema, Ramos y ese Modric).
Zidane dejó claro que más que un gestor de grupos y un «tipo simpático» al que escuchaban por el pedazo de jugador que fue, también tiene una gran habilidad como técnico. Y es que un tipo que ya acumula 11 títulos de blanco, no solo puede ser un «simple alineador». Seguramente muchos recordarán a un Ramos imperial, un Courtois imponente y a un Benzema mágico, pero esta Liga nació en la mente de Zidane y su nombre quedará grabado en ella por siempre.