El trabajo de Constantino Romero estaba detrás de las cámaras. Lo suyo no era actuar, figurar ni poner la cara. Lo que le dio fama y éxito fue su enorme talento como actor de doblaje. Hace ya casi una década de su muerte, pero nunca olvidaremos la potencia de voz. Y es que de sus cuerdas vocales han salido las palabras de algunas de las escenas más emblemáticas de la historia del cine. Trabajó también en la radio, la televisión y el cine.
Constantino Romero nació en Alcalá de Henares en 1947 y empezó su carrera profesional con menos de 20 años. Fue en el año 1965 cuando inició su carrera como locutor en Radio Barcelona y posteriormente en Radio Nacional de España. Tuvieron que pasar veinte años antes de que obtuviese su primer trabajo en televisión, donde alcanzó un gran seguimiento en todos los proyectos que emprendió.
Un programa enciclopédico
“El tiempo es oro” llegó en 1987 a La 2 como un concurso cultural que, a simple vista, no era apto para millonarias audiencias. La mecánica consistía en poner a los concursantes a intentar resolver preguntas con ayuda de una biblioteca de enciclopedias y con la cuenta atrás de un cronómetro como insaciable enemigo. Constantino Romero, siempre vistiendo una llamativa pajarita, presentó este formato que fascinó a Pilar Miró, que entonces era directora general de RTVE.
La directora, entonces, decidió pasar este concurso enciclopédico de La 2 a La 1, con el objetivo de hacerlo llegar a una audiencia más numerosa. Una decisión ciertamente arriesgada, pues se atrevió a emitirlo los domingos. Y acertó, porque pronto “El tiempo es oro” se convirtió en un bombazo de audiencia. Si algo demostró este fenómeno es que los contenidos culturales gustan y calan entre el público si están basados en una idea poderosa y con un concepto original.
Su primera emisión tuvo lugar el 14 de abril de 1987, y pudimos verlo por última vez el 1 de marzo de 1992. Prácticamente cinco años consecutivos de buena televisión, cultura, diversión y pajaritas de colores. En dos ocasiones se llevó “El tiempo es oro” el TP de Oro, uno de los más prestigiosos galardones de la televisión en España. Fue en 1989 y en 1991, y en ambas se llevó el premio a mejor concurso. En esta última ocasión el propio Constantino Romero estuvo nominado como mejor presentador. No obstante, al final el premiado fue Emilio Aragón por su programa “VIP Noche”.
Nadie regala nada
“El tiempo es oro” era una producción de Sergi Schaaff, todo un «mago» de los concursos en aquellos años, creador de “Si lo sé no vengo” y posteriormente director de ‘Saber y ganar’. Este nuevo espacio recogía el testigo de los concursos de cultura general que TVE había realizado al principio de su andadura, como “Cesta y puntos”, e intentaba ascender un peldaño más en el nivel de dificultad.
Los concursantes debían pasar varias rondas. La primera de ellas consistía en cuestiones generales, y otra sobre un tema específico que ellos habían elegido. El concursante que
pasara a la final contaba con varios colaboradores que debían ayudarle a buscar en varias enciclopedias las soluciones a las preguntas finales, más enrevesadas e indirectas.
«A principios de los 40, una joven actriz, hermana de una estrella ya consagrada, conseguía el papel protagonista en la primera película en Hollywood de un director europeo. ¿Con qué actor trabajaría más a menudo la hermana de esa actriz? ¿Quién escribió el libro en el que se basaba esa película?». Como se ve puede ver, no era nada fácil el concurso. Allí no regalaban nada.
No sólo había que tener la Espasa Calpe en la cabeza, también había que saber cómo organizarse y qué cosas buscar en la prueba final, en la que los concursantes disponían de tiempo limitado a tres minutos.
Temas y bloques
En la primera temporada del programa, los temas formaban tres bloques. El primero se llamaba “temas 87”, y versaba sobre noticias ocurridas en el año. El segundo era “su tema”, que podía elegirlo el concursante, y en tercer lugar “nuestros temas”, propuestos por la propia dirección de “El tiempo es oro”.
En la segunda temporada las preguntas se agruparon en seis espacios: “los 80”, sobre noticias ocurridas en la década; “su tema”, el elegido por el concursante; “nuestros temas”, propuestos por el programa; “dónde está”, en el que el concursante debía situar geográficamente una imagen; “de quién hablamos”, en el que se proporcionaban diez datos sobre una personalidad y el concursante debía decir de quién se trataba; y “el gran minuto”, en el que el programa proponía una pregunta que el concursante respondía con la ayuda de libros y enciclopedias.
Ahora, al echar la vista atrás, es inevitable sentir cierta nostalgia ante la televisión de aquellos años. Contenidos culturales, inteligencia y elegancia. ¿Será mucho pedir para el siglo XXI?