• Los aborígenes no conocían el metal pero introdujeron los rayos dorados del Sol y los plateados de las lunas llenas en Risco Caído
• Representa las odiseas de las poblaciones insulares del mundo junto a la Rapa Nui del Pacífico
• El mayor legado troglodita de las 100.000 islas del planeta, la mayor concentración de triángulos púbicos rupestres del mundo, y el primer paisaje cultural que incluye los celajes, alguna de sus exclusividades
• Morales subraya que Gran Canaria estará en eterna deuda con quienes lograron que hace un año se produjera la grandiosa noticia
La declaración del Patrimonio Mundial de Gran Canaria y la lluvia de elogios que una decena de países de la Unesco brindó a su fabuloso legado aborigen imbricado en el imponente paisaje que dejaron sus erupciones volcánicas cumplieron hoy un año, doce meses desde que este producto de la naturaleza y el ser humano fuera declarado en Azerbaiyán tan valioso que conservarlo debía ser responsabilidad del planeta.
El Parador de Tejeda, que tantas reuniones científicas acogió en los años preparatorios con expertos nacionales e internacionales, fue el escenario escogido hoy por el Cabildo de Gran Canaria para rememorar el acontecimiento acaecido en Bakú, donde desde Cuba a China, desde Guatemala a Australia, una decena de países se mostraron maravillados con la propuesta de Gran Canaria.
También resonó hoy en Tejeda como aquel día en Azerbaiyán la emoción del presidente del Cabildo, Antonio Morales, pidiendo un instante al plenario para que escuchara los ancestrales sonidos de los aborígenes a través del tañido de las lapas que hizo sonar el director del expediente, el arqueólogo José de León, por todos conocido como Pepe el Uruguayo, quien aquel día “se añurgó” como toda la delegación, que volvió a sentir la emoción en la piel.
“Es imposible describir la emoción que sentimos los que tuvimos el privilegio de estar presentes en ese momento único. Nos sabíamos representantes y depositarios del sentimiento de toda una isla, del trabajo de decenas de personas y del legado de los primeros pobladores de esta tierra”, expresó el presidente.
Y aunque el año empezó de la peor de las maneras, pues apenas un mes después se declaró un voraz incendio, la catástrofe –prosiguió Morales-, sirvió para demostrar la solidaridad y la capacidad de resistencia de los pobladores de Gran Canaria, una resistencia que hizo sobrevivir a la población aborigen de manera única y a las generaciones siguientes preservar su legado.
El objetivo, en cualquier caso, va mucho más allá, recordó De León, pues ahora que es Patrimonio Mundial no se trata solo de conservarlo, de apuntalarlo como a las cuevas para que no se caigan, sino de llenarlo de vida y generar las condiciones para aumentar el dinamismo socioeconómico del ámbito, para lo que el Cabildo de Gran Canaria, apostilló Morales, constituirá el Instituto de Patrimonio Mundial y Reserva de la Biosfera.
“Pertenece a los pueblos del planeta Tierra”, ensalzó la directora regional de Patrimonio Cultural, Antonia Perera, quien resaltó las tres premisas sobre las que se asienta la declaración del ámbito: exclusivo, excepcional e irrepetible.
“Gran Canaria estará en eterna deuda con quienes han hecho realidad lo que hace unos años no era más que un sueño”, exclamó el presidente antes de iniciar la entrega de reconocimientos a quienes de un modo u otro participaron en el histórico logro de encumbrar Gran Canaria.
Único e irrepetible
Uno de los requisitos de la Unesco para integrar la lista del catálogo de las culturas del mundo es que la enriquezca, y la propuesta de Gran Canaria no solo es irrepetible, es única en muchos sentidos, más allá de la joya que vertebra el ámbito, la cueva de Risco Caído, un prodigio cuya construcción aún sigue siendo misteriosa por cuanto un pueblo que no conocía el metal fue capaz de introducir el haz dorado del Sol y el plateado de las lunas llenas en una caverna los días del equinoccio de primavera y otoño, fenómeno único en las cien mil islas del planeta.
Es también la única representante atlántica de la odisea de las poblaciones insulares, cuya evolución tiene un altísimo valor porque no gozaban del trasiego y enriquecimientos culturales de los continentes, de ahí que sus hazañas sean aún más asombrosas. La otra población insular representada es la de Rapa Nui del Pacífico.
La Caldera de Tejeda se erige como un cofre que alberga 1.500 cuevas que forman espectaculares poblados verticales, graneros fortificados situados en lugares imposibles, templos, necrópolis, inscripciones líbico-bereberes y un millar de triángulos púbicos rupestres -la mayor concentración del mundo-, y las rutas de la ancestral trashumancia, además de los estanques-cueva, auténticas reminiscencias de un pasado aún más lejano.
Por si fuera poco, es el primer paisaje cultural Patrimonio Mundial que incluye la dimensión del celaje debido a la relación de los aborígenes, incluso la población actual, con el firmamento, tanto es así que es Destino StarLight, una distinción también avalada por la Unesco.
Por si fuera poco, es el primer bien que representa a la cultura primigenia bereber norteafricana, la única además desarrollada en un territorio insular, también el que presenta la mayor manifestación troglodita del planeta con los estanques-cueva como otra de sus exclusividades. Y como perlita, crece en él la misma semilla de Cebada que hace mil años, por lo que el plenario de la Unesco, formado por 195 países, no tuvo más remedio que caer rendido a sus pies el siete de julio de 2019, día en el que se produjo la grandiosa noticia que hizo justicia a la población ancestral y llenó de júbilo a la actual.