El catálogo de Netflix no deja nunca de crecer. De vez en cuando, entre series y películas totalmente prescindibles, se cuela alguna joya digna de ver, “El puente maldito” es una de ellas, pues recoge muchos elementos del cine de terror clásicos tamizados por el filtro de la modernidad millenial. “El puente maldito” es un filme de terror taiwanés dirigido por Lester Shih (No Love Left in Tainan) que se puede ver en Netflix desde el pasado 27 de agosto.
La idea inicial de “El puente maldito” es muy básica. Una fórmula repetida hasta la saciedad en las películas de este género. Unos estudiantes imprudentes se inventan un juego para demostrar su valentía, yendo al que se conoce como puente de la chica fantasma. La leyenda dice que si cruzas el puente a medianoche y cuentas los trece escalones de la escalera, verás que aparece un decimocuarto escalón. Si entonces miras hacia atrás, se te aparecerá el fantasma de la joven que murió allí ahogada.
No pasa de ser la típica historia de terror de campamento de verano, pero es efectiva a la hora de crear una atmósfera de tensión. Para incrementar esta sensación de incertidumbre, varias de las escenas han sido rodadas con un teléfono. Este toque realista, con un punto amateur, aparece asimismo en otras películas de terror como “Paranormal Activity” o en “El proyecto de la bruja de Blair”.
Juegos de guion
La película de Netflix, de casi dos horas de duración, acierta decantándose por un mantenimiento constante de la tensión en vez de por los clásicos sustos puntuales. Partiendo de ellos, la película va alternando dos historias en paralelo, y jugando también con los planos temporales. En la primera de las tramas vemos a cinco jóvenes grabando su reto para subirlo a Internet. Desde el mismo principio de la película se sabe que los chicos van a morir, por lo que el suspense va por otra parte.
La segunda historia nos muestra a una joven reportera que investiga la desaparición de esos cinco estudiantes en el pasado. A la larga, esta trama termina siendo residual y solo se introduce como excusa para los giros de guion.
“El puente maldito” tira de todos los clichés y figuras del cine de terror. El tenebroso puente, una residencia abandonada, puertas que se abren y se cierran, maniquíes, fantasmas…Cojea la película en la profundización psicológica de los personajes, de quienes no acabamos de saber nada más que tienen miedo y escapan de cosas. Los giros de guion aciertan con frecuencia y la confieren a la historia agilidad y capacidad de asombro.
Nuevos tiempos para el terror
El cine de Taiwán está prestando mucha atención a películas de terror como esta, que acaban siendo una excelente carta de presentanción ante el mundo de la industria del país. Se trata de películas entretenidas, sin demasiadas pretensiones, y hechas pensando en los amantes del cine de terror. Basándose, por supuesto, en las premisas establecidas por el cine clásico de terror americano.
La trama mezcla la actualidad con las leyendas de miedo clásicas para enganchar a un público joven. Mientras antes los protagonistas usaban equipos paranormales para conseguir pruebas de la existencia de un fantasma, esta nueva generación de universitarios no descarta usar sus móviles y la emisión en directo de sus redes sociales para dejar constancia de sus hallazgos. Los tiempos cambian, y a los cineastas no les queda más remedio que adaptarse.
“El puente maldito” recuerda vagamente a “The Ring” en su estilo y temática. En definitiva, esta película de Netflix es una buena oportunidad para desconectar del día a día y soltar tensiones con una película de terror.