Uno de los más nobles instintos humanos es el de la supervivencia, el de la capacidad de adaptación a cualquier situación por compleja que sea su tesitura. Esta Navidad, y aun a pesar de las restricciones por la pandemia, el ingenio humano opera y operará por preservar la magia. Tanto sea mediante el autoconocimiento como en un viaje en la limusina atravesando el luminoso centro de Madrid.
Disfrutar del paisaje navideño evitando aglomeraciones
Para quienes el espíritu navideño que inunda las calles de luz y magia año tras año es, más que un acontecimiento puntual, una tradición inesquivable, la pandemia del Covid-19 ha supuesto todo un contrapunto. La restricción de la movilidad, especialmente a ciertas horas de la noche, estipuladas por el Gobierno a fin de evitar innecesarios contagios a causa de la aglomeración, es un verdadero bache en nuestras vidas. Sin embargo, esta Navidad es posible disfrutar del espectáculo de luces navideñas en Madrid con toda la seguridad y comodidad posibles. Porque cuanto más aprieta la incertidumbre, un atisbo de libertad lo es todo.
Aunque se asimile más a un hecho improbable, que en parte parece fruto de estas fiestas donde lo imposible se hace realidad, recursos como la limusinadepapáNoel resultan fantásticos para disfrutar al máximo de estas fechas. En este caso, se trata de un servicio de ruta en limusina que recorre Madrid a fin de mapear su rastro luminoso sin necesidad de arriesgarse a aglomeraciones. Al fin y al cabo, uno de tantos otros recursos para poder sentir el espíritu navideño a pesar de las actuales circunstancias. Y, al mismo tiempo, un lujoso modo de ver la ciudad con otros ojos, pero, en este caso, desde la tierna y sincera mirada de un niño.
Perpetuar la fiesta mediante encuentros virtuales
Una de las consecuencias que más padeceremos a causa del coronavirus y las medidas de protección contra el contagio es la ausencia de vida familiar. Mientras que hace tan sólo un año, y como muchos otros, podíamos reunirnos largas horas en familia y con amigos, esta posibilidad ha quedado reducida a nada por la situación. Sin embargo, basta con labrar un firme puente de esperanza para, aunque de distinto modo, seguir en contacto con los nuestros sin comprometer la entereza de estas fechas. Como ya han hecho muchos durante el confinamiento, conectándonos por videoconferencia e incluso enviándonos regalos mediante empresas de delivery.
A pesar de que ello suponga una rareza, así como cierto muro ante el contacto que tanto ansiamos después de tanta restricción, no es más que una solución práctica para unir lazos en familia. Incluso pudiendo jugar a juegos que, más allá de su versión virtual en modo online, podemos llevar a cabo si se organiza correctamente y todos disponemos del formato físico. Del mismo modo que preparando cenas y comidas entre todos, donde cada uno, aunque a distancia, prepare su plato estrella y juegue a ponerle la miel en los labios al otro. Más que un impedimento, un avance y una premisa de cuanto podremos disfrutar cuando el virus pueda ser debidamente contenido.
Conociéndonos un poco más
En otro punto, es preciso destacar que, posiblemente, esta brecha abierta entre los nuestros que nos impide la precaución, puede ser también una oportunidad increíble. Dejando atrás los tópicos sobre las peleas familiares durante las cenas navideñas, que ni este año podremos salvar con certeza, la miniaturización de la reunión familiar tanto en pareja, como en pequeña unidad de familiares e incluso en soledad, es también una alternativa que, quizá, todos hayamos soñado alguna vez. Un evento especial para conocer mejor a quienes siempre están a nuestro lado, e incluso para conocernos más a nosotros mismos. Sobre todo, en unas fechas donde el contacto humano es tan sumamente esencial.
Asimismo, podemos tomar estas señaladas fechas como algo distinto. Más que un momento de compartición de regalos y conversación, como un periodo de reflexión, hecho que nuestro equilibrio psicológico, y más ahora, siempre nos agradecerá fielmente. En el caso de convivir en pareja o con más gente, esta es también una oportunidad para, con el propósito de echar unas risas, organizar grandes maratones de películas. Eso sí, por mutuo consenso y con mayor predicción, dado que la idea de realizar un maratón de toda la cinematografía navideña que existe en el mercado no es tan buena idea como parece.
Pura supervivencia
Al fin y al cabo, esta situación tan sólo nos empuja a tomarnos las cosas de un modo distinto, a reflexionar sobre qué tipo de personas somos. Y eso, en cierto modo, es quizá la única virtud que nos ha conferido esta pandemia. La capacidad de maniobrar como podamos, pensando en los demás y en nosotros mismos, para aliviar el peso del día a día y acercarnos hacia aquello que llamamos calidad de vida y que tanto puede ser tomar una bebida ante el mar como, en este caso, disfrutar con otros ojos de la Navidad.
Sin lugar a dudas, si el ingenio, la cultura, el arte y todo cuanto podemos explotar del ser humano nos ha sido bien de primera necesidad durante los meses más duros de cuarentena, esamagia se volverá a invocar compasada con estas fiestas. Y, aunque muchos quieran permanecer obcecados en que ese punto de vista es fruto del mero conformismo, tan solo es uno de los maravillosos mecanismos de supervivencia que empujan al ser humano a seguir adelante a pesar de la adversidad. �