Fundación Bancaja ha presentado este viernes la exposición ‘Dalí. Litografías de los excesos pantagruélicos’, que acerca la faceta «menos conocida» de Salvador Dalí a través de 25 litografías «burlescas» inspiradas en la obra literaria ‘Gargantúa y Pantagruel’, escrita por François Rabelais, y en la que el artista catalán tuvo como «fuente directa» las estampas realizadas por François Desprez para la edición publicada en 1565 por el editor Richard Breton.
La exposición, comisariada por Fernando Castro y que puede visitarse hasta el 28 de marzo, acerca al público una de las facetas «menos conocidas» de Dalí, la de ilustrador, a través de esta serie de 25 litografías sobre papel japonés que muestran una galería de personajes «disparatados y fantásticos» que se representan «entre la caricatura y la farsa».
El artista catalán versiona en 1973, con su «personal» estilo, 25 de las 120 ilustraciones de Desprez y aporta su propia percepción crítica, manteniendo la composición original y añadiendo detalles que subrayan su carácter «fantástico y satírico», como personajes medio humanos acompañados por elementos de la vida diaria y representados con una iconografía «cargada de simbolismo» que «invitan al espectador a buscar en cada detalle significados ocultos».
Las 25 láminas que componen esta serie de grabados remiten, a manera de seres monstruosos, a las aventuras «burlescas» de Pantagruel. Los modelos tienen su precedente en las llamadas droleries, es decir, argumentos novedosos que se configuran en la imaginación del propio genio creador y que se pueden observar en la iconografía de El Bosco, de Pieter Brueghel el Viejo, de Jacques Callot o de Goya, entre otros artistas.
Así, se observan seres grotescos en los que se reflejan aspectos cotidianos, referencias a la tradición carnavalesca y temas como los pecados capitales. La lujuria, la gula y la avaricia retratan «descaradamente» a estos personajes en estampas en las que «se mezcla lo onírico, lo sorprendente e, incluso, lo escatológico».
La exposición también reúne documentos, objetos, recortes de prensa, la reproducción de algunas imágenes y publicaciones y tres audiovisuales sobre Salvador Dalí que sitúan estas 25 litografías en el contexto de la «potente y particular» imaginación del artista. En la propuesta expositiva conviven las litografías de Dalí con la reproducción de las 25 estampas de Desprez sobre las que trabajó el artista catalán y se incluye la reproducción de la serie completa de las 120 ilustraciones del grabador francés del siglo XVI.
El comisario de la muestra, Fernando Castro, ha señalado que los sueños droláticos «ofrecen figuraciones de personajes cuyo contexto es la risa festiva del pueblo y, sobre todo, la experiencia del carnaval como transgresión autorizada» y ha indicado que los dibujos de Desprez, «estrictamente grotescos, pasan por la lupa paranoica de Dalí para ofrecer excesivas deformaciones».
A las drolerías o caprichos que Desprez realizó a partir de Rabelais, Dalí añade elementos que «subrayan las dimensiones lúdicas y escatológicas, amplían la excitación y dan rienda suelta al exceso».
El objetivo de la exposición, según ha asegurado Castro, es «acercar al público a ese Dalí final con todas las analogías a la literatura y cultura popular», así como los «caprichos y excesos» del pintor «como búsqueda de un fenómeno que algún día puede que tenga carácter estético.
INSPIRACIÓN DE PANTAGRUEL, DESPREZ Y RABELAIS
Salvador Dalí asumió a lo largo de su trayectoria artística la idea expresada por Eugenio D’Ors cuando afirmó que «todo lo que no es tradición es plagio» y el artista catalán retomó en multitud de ocasiones obras del pasado de artistas como Rafael, Giorgione, Ingres o Manet. En esa mirada al pasado, Dalí encontró también en las obras de Desprez y Rabelais en torno a Pantagruel una motivación artística de la que nació la serie de 25 litografías.
François Rabelais (1494-1553) fue un «transgresor» personaje del siglo XVI. Estudioso de las lenguas clásicas, tomó las órdenes eclesiásticas como fraile franciscano en 1520, que después cambió por los hábitos benedictinos y que también abandonaría para ser sacerdote secular y dedicarse a la medicina y a la literatura.
Rabelais alcanzó gran notoriedad a través de las composiciones literarias que fueron fiel ejemplo de su incomparable personalidad, de su carácter burlón e independiente. Su obra Gargantúa y Pantagruel se compone de cinco libros que habían ido apareciendo individualmente desde 1535 y que fueron condenados tanto por la Sorbona como por el Parlamento francés al considerarlos inmorales y obscenos, lo que ya desde su origen confirió una singular popularidad a las novelas de Rabelais.
Los libros de Rabelais constituyen una sátira «feroz» contra las instituciones «más respetadas» de su tiempo, todo ello a través de un aire «despreocupado, reflejo de su manera personal de entender y de comportarse en la vida». En 1564 se publicó póstumamente la novela completa.
En 1565, Richard Breton editó en Paris ‘Les songes drolatiques de Pantagruel’, una colección de 120 estampas grabadas en madera por un autor anónimo que las firmó utilizando el nombre de Rabelais y atribuidas al editor y grabador François Desprez. Las entalladuras de Desprez fueron reeditadas en 1823-26 por Dabilon en París y comentadas por Esmangart y Johanneau.