Hacer ejercicio más de una vez por semana se asocia con un menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer en pacientes con un deterioro cognitivo leve, según sugiere una investigación publicada en la revista ‘Alzheimer’s Research and Therapy’.
El deterioro cognitivo leve es una condición que causa que las personas tengan más problemas con la memoria y el pensamiento de lo que es normal para alguien de su edad. Las personas con deterioro cognitivo leve tienen un riesgo diez veces mayor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que la población general.
Este equipo de investigadores, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yonsei (Corea), descubrió que, en comparación con las personas con deterioro cognitivo leve que no hacían ejercicio, quienes realizaban una actividad física vigorosa o moderada durante al menos diez minutos más de una vez por semana tenían un riesgo un 18 por ciento menor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Entre aquellos que se ejercitaron más de una vez por semana, las personas con deterioro cognitivo leve que se ejercitaron de tres a cinco veces por semana tuvieron un 15 por ciento menos de riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que aquellos que se ejercitaron menos de tres a cinco veces por semana.
Aquellos con deterioro cognitivo leve que comenzaron a hacer ejercicio después de su diagnóstico tuvieron un riesgo 11 por ciento menor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que las personas que no hicieron ningún tipo de ejercicio. Dejar de hacer ejercicio después de ser diagnosticado con un deterioro cognitivo leve se asoció con el mismo riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que no hacer ejercicio antes o después del diagnóstico.
«Nuestros hallazgos indican que la actividad física regular puede proteger contra la conversión de un deterioro cognitivo leve en la enfermedad de Alzheimer. Sugerimos que se recomiende el ejercicio regular a los pacientes con deterioro cognitivo leve. Incluso si una persona con un deterioro cognitivo leve no se ejercitaba regularmente antes de su diagnóstico, nuestros resultados sugieren que empezar a ejercitarse regularmente después del diagnóstico podría reducir significativamente su riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer«, explica una de las autoras, Hanna Cho.
Los autores utilizaron datos de registros de salud electrónicos de personas diagnosticadas con deterioro cognitivo leve de la cohorte del Servicio Nacional de Seguro de Salud de Corea de 2009 a 2015. La edad media de los participantes estaba entre 64 y 69 años. La actividad física se midió mediante un cuestionario que preguntaba a los participantes cuánto habían ejercido en los siete días anteriores.
De los 247.149 participantes incluidos en el estudio, 99.873 (40%) no se ejercitaron regularmente, 45.598 (18%) comenzaron a ejercitarse después de ser diagnosticados con deterioro cognitivo leve, 45.014 (18%) dejaron de ejercitarse después del diagnóstico y 56.664 (23%) se ejercitaron más de una vez por semana antes y después del diagnóstico. Al final del período de seguimiento, el 8,7 por ciento de los que no hacían ejercicio fueron diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer, en comparación con el 4,8 por ciento de los que hacían ejercicio más de una vez por semana. De los que comenzaron a hacer ejercicio después del diagnóstico, el 6,3 por ciento desarrolló Alzheimer, comparado con el 7,7 por ciento de los que dejaron de hacerlo después del diagnóstico.
En vista de este resultado, los autores sugieren que el ejercicio regular puede aumentar la producción de moléculas que apoyan el crecimiento y la supervivencia de las neuronas o aumentar el flujo sanguíneo al cerebro, lo que podría prevenir una reducción del volumen cerebral que a menudo se asocia con la demencia.