Durante los últimos meses, a causa del confinamiento por el coronavirus, la vida de las personas ha girado en torno a sus viviendas. La llegada, primero, de la desescalada y, después, de la llamada nueva normalidad ha permitido a los españoles volver a salir a la calle y cuestionarse dónde les gustaría realmente vivir. Una nueva normalidad que ha traído una nueva demanda de vivienda que en muchos aspectos es similar a la que había antes de la pandemia, pero con algunas diferencias que merecen una atención especial.
Cambios en la búsqueda
Los primeros datos de que disponemos en Fotocasa al respecto señalan que la actividad en el mercado inmobiliario no está cayendo tanto como se podía esperar. De hecho, la actividad se está manteniendo muy activa. Así, los últimos análisis del portal inmobiliario muestran que la actividad en el sector ha caído cuatro puntos porcentuales desde el inicio de la pandemia: si en febrero un 31% de españoles mayores de 18 años estaban relacionados con el sector inmobiliario (tanto desde el punto de vista de la oferta como de la demanda) este porcentaje baja actualmente al 27% de activos en el mercado inmobiliario.
El informe muestra que la bajada en la actividad se debe, sobre todo, al mercado del alquiler, que es el que sufre la principal caída de demandantes: si en febrero un 49% de personas que buscaban vivienda lo hacían en el mercado del alquiler ahora ha bajado al 44%. Y, en el otro extremo, la compra venta de pisos está experimentando un auge sin precedentes: ha pasado de representar el 39% de la demanda de vivienda antes del confinamiento al 43% actual. Esto ha hecho que los mercados de compraventa y alquiler se equiparen en cuanto a demanda de se refiere. Además, otro 12% de activos en el mercado inmobiliario buscan actualmente en ambos mercados.
Y esos cuatro puntos de bajada en la actividad se relacionan con personas que han abandonado la búsqueda por la incertidumbre económica, laboral o personal que ha generado la pandemia. Y, mientras, por la otra puerta entraban en el mercado otros dos perfiles muy reconocibles: los particulares que, durante el confinamiento, han detectado nuevas necesidades residenciales en su vivienda y los que tratan de encontrar alguna oportunidad interesante, bien en alquiler o bien en propiedad, en un mercado convulso.
Aunque el balance de estas entradas y salidas es muy similar en volumen, el retrato del demandante de vivienda queda ligeramente cambiado: es más homogéneo (socioeconómicamente) y excluye un poco más a los segmentos más jóvenes, cuyos problemas de vivienda no son nuevos pero que, de nuevo, son el segmento más afectado dados sus altos niveles de precariedad laboral.
Este cambio en la composición del colectivo demandante de vivienda ha sido parejo a un cambio en las prioridades en sus búsquedas: viviendas más grandes, más zonas exteriores (terrazas, jardines, patios…), más luz natural… Lo dicen los datos de las búsquedas en los portales inmobiliarios y lo confirman los propios demandantes: los espacios al aire libre han pasado de ser el motivo principal de búsqueda de vivienda del 11 % de los demandantes al 17 %.
Por tanto, un volumen de demanda casi equivalente al existente antes de la pandemia es un buen dato para el sector inmobiliario. Pero no se puede perder de vista que, hoy por hoy, ni son los mismos, ni buscan lo mismo. Y eso, en caso de que se consolide, tiene ciertas implicaciones a largo plazo.
Y cambios en el mercado
Los espacios abiertos son más fáciles de encontrar en la periferia que en los centros urbanos, una ley que rige por igual en las cabeceras comarcales y en las grandes capitales como Madrid y Barcelona. Aún más: también las búsquedas de fincas rústicas han crecido enormemente durante este tiempo, mientras el teletrabajo ha permitido a algunos perfiles, profesionales de oficina, soñar con mantener su puesto desde algún remoto lugar.
Y aquí surgen dos caminos. La primera opción es que esta ansia de aire libre se desinfle a medida que la situación se estabilice y la nueva normalidad sea más normal y menos nueva. La segunda es que se produzcan más oleadas de contagios que obliguen a sucesivos confinamientos, con lo cual la tendencia podría acentuarse y, en este caso, el desplazamiento de la demanda podría tener incluso efectos en la distribución demográfica entre el campo y la gran ciudad. La pandemia ya ha provocado cambios y puede volver a hacerlo.
Pero además de la salud pública, todo va a depender del estado del otro paciente: la economía.
Algunos son estructurales. En el caso de la vivienda, se concretan en un creciente desequilibrio entre precios y salarios: el coste del alquiler ha pasado en cinco años de suponer el 28% del sueldo de los españoles al 40%. La interinidad política de los últimos años ha provocado que se aplacen medidas necesarias e importantes.
Cuidar de la salud de nuestros empleados, clientes y socios comerciales es también cuidar de la salud pública y, en última instancia, de la salud de nuestro negocio: los datos que tenemos del sector inmobiliario indican que existe una demanda que, si la economía mantiene una evolución razonable, puede concretarse. La vivienda será, como lo es siempre, un buen termómetro de la evolución de la economía española.