Uno de los retos de los psicólogos y psiquiatras a lo largo de la historia ha sido el encontrar los gestos que delatan la mentira. De las peores cosas que hay en el mundo es un mentiroso. Y hay personas que estudian muy bien todos sus gestos para mentir. La mentira está muy presente en la actualidad, no hay más que mirar al Congreso de los Diputados en una sesión diaria. No hay uno solo que no mienta.
Pero por más que se estudien todos los gestos y toda la imagen, los mentirosos siempre acabarán delatándose. Tenemos los gestos más comunes como cruzar las piernas, desviar la mirada o tocarse la nariz. Sin embargo, vamos a ver que hay muchos más gestos que delatan al que no está diciendo la verdad. Y lo mejor de todo es que no se está dando cuenta. Por más esfuerzo que hagamos conscientemente, nuestro subconsciente siempre se impondrá al mentir.
1Rigidez de gestos
Para poder mentir, hay que tener mucho autocontrol sobre nuestro cuerpo. Esto es debido a que tenemos que estar en todo momento pensando lo que decimos para no incurrir en una contradicción que nos delate.
El cuerpo es una prolongación de este dominio de nosotros mismos. De hecho, mientras el mentiroso está explicando su argumento, vamos a ver que está más rígido de lo normal. Un mentiroso va a moverse menos que una persona relajada.
Y es que una persona que no tienen nada que esconder, que puede hablar con soltura, gesticula y se mueve de forma natural e inconsciente. Según algunos psicólogos, la rigidez se debe al estado de defensa en caso de que el mentiroso sea descubierto.