Un reciente estudio publicado por investigadores de la Universidad de Sevilla (US) pone de manifiesto que los estudiantes universitarios hacen «un uso excesivo del teléfono móvil», ya que lo han llegado a utilizar más de ocho horas diarias durante el confinamiento desarrollado para evitar la propagación de la pandemia originada por el coronavirus.
En un comunicado, la US indica que este trabajo relaciona el número de horas que los jóvenes pasan sentados, el nivel de actividad física y el estado de ánimo con el uso del móvil. Así, aquellos estudiantes con menores niveles de actividad física usan casi tres veces más su teléfono móvil que el resto. Por su parte, aquellos que reportaban tener una peor calidad del sueño también usan más estos dispositivos.
Otra publicación reciente del mismo grupo de investigación profundiza en esta misma línea, sugiriendo que los jóvenes –estudiantes universitarios entre 20-36 años– han usado su teléfono móvil seis horas al día de media antes del confinamiento y pasaron a usarlo más de ocho horas diarias durante éste.
«Estos datos son muy preocupantes si atendemos a la evidencia científica que demuestra que un elevado número de horas sentado (más de ocho horas al día) o un excesivo uso de dispositivos de pantalla (tres o cuatro horas al día) se asocia con un incremento del riesgo de mortalidad», reitera el profesor de la US Borja Sañudo.
Las conclusiones de la investigación demuestran que las medidas de confinamiento adoptadas durante el Covid-19 tuvieron un fuerte impacto sobre los hábitos de este grupo de población, en especial sobre sus niveles de actividad física que disminuyeron significativamente, pero también sobre el propio sedentarismo, incrementando el tiempo que permanecieron sentados, con aproximadamente seis horas al día de media antes del confinamiento y cerca de diez horas al día durante.
Estos malos hábitos tuvieron una incidencia negativa sobre la salud de estos jóvenes que empeoraron significativamente su calidad del sueño. Así, estudios como estos inciden sobre la necesidad de establecer medidas que impulsen la ruptura de este sedentarismo, contribuyendo al incremento de los niveles de actividad física y a una reducción del uso del teléfono móvil, de modo que, a través de estos cambios comportamentales, se mejore la salud de la población.