La contaminación acústica es uno de los grandes problemas de nuestras ciudades que muchas veces se pasan por alto. El bullicio de la ciudad es algo a lo que estamos acostumbrados. Son muchos los sonidos que nos rodean constantemente.
Qué es el ruido
Un ruido es un sonido indeseado y desagradable que se generan a raíz de diferentes fuentes que pueden estar fijas o ser móviles y propagándose en todas las direcciones.
Somos millones de personas las que convivimos con la contaminación acústica a lo largo de todo el planeta. Los ruidos pueden provocar molestias y daños en función de su duración y de su intensidad. Los decibelios es la unidad de medida que se emplea para conocer el nivel de intensidad de los diferentes sonidos. La escala comienza en el 0 para los sonidos que resultan a penas audibles para las personas hasta 120 o más decibelios para los sonidos que provocan dolor y daño en el sistema auditivo, este puede incluso llegar a ser irreparable.
Cómo se mide la intensidad del ruido
Los sonómetros son los instrumentos que se emplean para medir la intensidad de los sonidos. Tiene un micrófono que capta la señal sonora, una serie de circuitos internos entre los que están una etapa amplificadora, y también una unidad para procesar el sonido. En la pantalla de cristal líquido apreciaremos la numeración que nos indicará los decibelios del sonido que estamos midiendo.
Las hojas agitadas por la brisa pueden tener una intensidad de 10 decibelios. Una conversación tranquila de dos personas situadas más o menos a un metro de distancia puede tener una intensidad sonora de 60 decibelios. El ruido del tráfico en una ciudad puede medirse en unos 80 decibelios. En una discoteca la música puede llegar a sonar a 100 decibelios, en tanto que un concierto de rock en directo puede rondar los 110 decibelios. El despegue de un avión puede producir un ruido de 120 decibelios.
Cómo funcionan nuestros oídos
Las ondas sonoras penetran en nuestros oídos desde el canal auditivo, que tiene aproximadamente 3 centímetros de longitud. Tras él encontramos el tímpano, que es una pequeña y delicada membrana que comunica el pabellón auditivo con el oído medio. Dentro del oído medio encontramos un delicado sistema de tres huesos muy pequeños, que se articulan entre sí, reciben los nombres de martillo, yunque y estribo. La parte baja del martillo se une al tímpano, mientras la base del estribo se apoya en lo que se llama ventana oval que es la entrada al oído interno.
El hueso temporal es el más duro del cuerpo humano y su función es la de proteger al oído interno. Dentro de este se encuentran los tres conductos semicirculares que controlan el sentido del equilibrio y la coclea o caracol donde se da el principal proceso de la audición. El caracol es un sistema laberíntico en forma de espiral que está divida en su mayor parte por tres canales que contienen líquido. Su estructura es muy compleja. En la coclea se encuentran las células ciliadas, que están conectadas entre sí.
Un complejo sistema que envía señales eléctricas al cerebro
Cuando el estribo se mueve, se mueve también el fluido en el interior de la coclea, de modo que las miles de células microscópicas se ponen también en movimiento. Estas diminutas células están conectadas al nervio auditivo. La función de este nervio es la de transmitir las señales del oído interno al cerebro.
En función da la naturaleza del movimiento del fluido coclear se activan unas u otras células, convirtiendo el movimiento en señales eléctricas que son enviadas al cerebro. Finalmente el cerebro convierte estos impulsos eléctricos en sonidos. Si las células resultan dañadas por la contaminación acústica, nuestra capacidad auditiva se vería reducida, ya que su número está determinado desde el momento en el que nacemos y no se renuevan.
Qué niveles de frecuencia captan nuestros oídos
Por lo general, nuestros oídos captan frecuencias comprendidas entre los 20 y los 20.000 herzios. Las frecuencias más bajas representan sonidos graves, mientras las más altas representan a los agudos.
Las pérdidas auditivas se evalúan por medio de audiometrías. Con la edad se va produciendo una pérdida natural de la capacidad de audición. Es debida a un déficit de oxígeno en las células del oído interno.
Cómo nos afecta la contaminación acústica
La exposición al ruido industrial o a ruidos intensos y continuados, es decir, la contaminación acústica, afecta muy gravemente a la audición. El ruido, independientemente de su origen no afecta solo al sentido de la audición, sino que tiene diferentes efectos en todo el organismo. Provoca trastornos fisiológicos, como pueden ser sordera transitoria o incluso permanente, puede destruir parte de las células del oído interno, provocar una rotura de tímpano e incluso causar alteraciones en los ritmos cardiaco y respiratorio, aumentar la presión arterial o perturbar nuestro equilibrio hormonal.
Pero también puede perjudicar a la calidad de nuestro sueño, lo que incidirá de manera directa en la sensación de fatiga y en nuestro estado de ánimo. Y alterar nuestro equilibrio fisiológico volviéndonos más agresivos y fácilmente irritables, disminuyendo nuestro grado de empatía y mermando nuestra capacidad de atención y concentración.
Cómo se controla la contaminación acústica
En general, la legislación de los diferentes países pone límites a los sonidos máximos permitidos de ruidos molestos que causan contaminación acústica atendiendo a las diferentes zonas y horarios. Aún así por sus propias características la contaminación acústica es muy diferente de otros tipos de contaminación y esto la hace más difícil de controlar. Por ejemplo, es difícil de medir y de cuantificar, no deja residuos, tiene un radio de acción bajo se percibe solo por el oído u no deja huella en los sistemas naturales.
Pero según la OMS el ruido es la segunda causa ambiental de problemas de salud, justo por detrás de la contaminación atmosférica (partículas en suspensión). La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) publicó en marzo de este año un informe en el que refleja que el 20% de la población europea está expuesta el ruido ambiental, especialmente al tráfico, afectando a su salud y calidad de vida.
Hay países que están implantando medidas para minimizar los problemas causados por la contaminación acústica, entre ellas se encuentran la aplicación de una asfalto reductor del ruido en las carreteras, la ampliación de la infraestructura para los coches eléctricos en las zonas urbanas e incluso la creación de zonas llamadas tranquilas.