Imagina que vas por la calle y te consigues un objeto un tanto extraño que tiene forma de banano. No encuentras una referencia en tu mente que pudiera atribuirle un nombre, sin embargo reconoces que se trata de algo importante, ¿pero cómo es posible que se encuentre de la nada una cosa de valor?, en la cabeza no hay cabida para una historia como ésta y menos que te pase a ti.
No obstante, no es muy descabellada la idea de que existen individuos como tú y como yo que les ocurrió. Se encontraban realizando una labor y de repente vieron una pieza clave que contribuyó al desarrollo de la humanidad. Sigues incrédulo y lo sé, es por ello que te plasmamos algunas historias a continuación:
1La Piedra de Rosetta
El protagonista de esta historia es un soldado que durante la campaña napoleónica en Egipto desenterró una piedra con unas inscripciones muy extrañas con la finalidad de emplearla en la construcción de un fuerte. Fue tanta la impresión que decidió mostrársela al científico de la expedición. Esta piedra de Rosetta permitió descifrar los jeroglíficos egipcios.
La pregunta del millón sería qué hubieses hecho tú en el puesto del soldado. Es un poco difícil ponerse en los zapatos de aquel hombre. Probablemente hubieses continuado en la construcción del fuerte e ignorado la piedra o, la hubieses empleado para la edificación del mismo.
La verdad que el individuo fue muy inteligente al mostrársela al experto que iba con ellos.
