La relajación paulatina de las medidas de confinamiento como consecuencia de la evolución de indicadores sanitarios relacionados con la pandemia, está permitiendo aflorar ciertas señales que apuntan a una leve recuperación del nivel de actividad económica en el contexto internacional.
Las previsiones apuntan a que conforme se vaya avanzando en el proceso de desescalada, los principales indicadores de confianza y actividad muestren una mejoría gradual, si bien, sería en términos muy moderados, y siempre condicionada a que no deban implementarse medidas de confinamiento adicionales para contener nuevos brotes de la pandemia.
Por otro lado, los mercados financieros en los primeros días de junio comenzaron a mostrar ligeros signos de recuperación debido al proceso de desconfinamiento y a las potentes medidas de liquidez adoptadas por las principales autoridades monetarias en respuesta a la pandemia, especialmente en las economías más avanzadas, aunque la elevada incertidumbre a corto y medio plazo aún condiciona el optimismo y contiene la mejora de los índices bursátiles.
Con respecto a las materias primas, el descalabro de los precios que se produjo al inicio de la crisis sanitaria y el estancamiento de la actividad, parece que ha comenzado a estabilizarse, lo que se puede observar, sobre todo, en el caso del crudo, que tras situarse en el mes de abril en los 15,1 dólares por barril de Brent, se elevó un 84,5% en el transcurso de mayo, hasta terminar el mes en los 27,8 dólares por barril. Este comportamiento se debe, especialmente, a la entrada en vigor del acuerdo para reducir la producción diaria, alcanzado por los países exportadores, y al aumento de la demanda de materias primas derivado del reinicio de la actividad en muchos países.
En cualquier caso, no se debe perder de vista el elevado grado de incertidumbre al que se enfrenta la economía mundial, dado el fuerte impacto que ha supuesto la expansión de la pandemia y la falta de certeza en cuanto a la futura contención del virus, máxime, cuando se espera que los resultados de crecimiento del segundo trimestre del año sean aún peores que el anterior, debido a que recogerán los efectos brutos del parón de la actividad, sobre todo, en el mes de abril.
En este contexto, la OCDE ha hecho público recientemente su último panel de previsiones, estableciendo dos escenarios posibles.
Uno, en el que no se contemplan nuevos brotes del COVID-19, y que llevará a registrar una caída del PIB mundial de un 6,0% en 2020, anotando un incremento del 5,2% en 2021; y un segundo escenario que estaría condicionado por el impacto de un nuevo brote de la pandemia y la reactivación de las medidas de confinamiento, que volverían a paralizar la economía, llevando al PIB mundial a caer un 7,6% en 2020, y a elevarse un 2,8% en 2021.
En el caso de la economía estadounidense, la OCDE espera que el presente ejercicio cierre con una caída del PIB que oscilaría entre un 7,3% y un 8,5%, dependiendo del escenario de progresión del coronavirus.
No obstante, en EE.UU. se ha observado una cierta mejora en los índices de sentimiento empresarial durante el mes de mayo, pero de carácter muy leve, al igual que ocurre en el mercado laboral, aunque conviene recordar que el empleo de este país ha sido duramente castigado, con la destrucción de más de 22 millones de puestos de trabajo.
Por lo que se refiere a China, la industria y la construcción han recuperado buena parte de sus niveles de producción previos a la crisis sanitaria, si bien, los servicios progresan con una mayor debilidad debido al distanciamiento social y al menor consumo privado. Se prevé que la normalización de la movilidad y los servicios de transporte, en conjunto con los estímulos fiscales lanzados por el Gobierno chino, impulsen la actividad económica, aunque el sector exterior continuará lastrando su evolución, debido, especialmente, a los continuos vaivenes del conflicto comercial con EE.UU.
Así, la OCDE estima que la economía China se contraerá entre un 2,6% y un 3,7%, en función del escenario en el que se desenvuelva la pandemia.
En cuanto a la Eurozona, la Comisión Europea finalmente presentó su propuesta para el Plan de Recuperación Económica, denominado “Next Generation EU”. El fondo se incorporaría en el próximo Marco Financiero Plurianual 2021-2027, y contempla la mutualización de deuda entre los diferentes Estados miembro.
La dotación del fondo ascendería a 750.000 millones de euros, de los que 500.000 millones de euros se concederían en forma de transferencias directas; y los otros 250.000 millones, mediante préstamos concedidos a los Estados miembros, aunque esta propuesta aún debe ser aprobada por el Consejo Europeo.
Por su parte, el Banco Central Europeo ha intensificado recientemente la dotación del programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP) con 600.000 millones de euros adicionales, sumando un total de 1,35 billones, con el objetivo de reforzar las condiciones de financiación de las empresas y los hogares, al tiempo que ha mantenido los tipos de interés sin variación.
Asimismo, el BCE acaba de publicar su informe de previsiones económicas de junio, en el que ha establecido tres escenarios posibles para el presente ejercicio, dada la incertidumbre sobre la evolución de la crisis.
Para empezar, un escenario base en el que la pandemia se contendría de forma parcial, con algunos leves rebrotes durante el resto del año, manteniéndose en cierto grado las medidas de contención, lo que afectaría a corto plazo tanto a la oferta como a la demanda. En este contexto, si bien los estímulos fiscales y monetarios aliviarían el impacto económico del COVID-19, el PIB apreciaría un retroceso del 8,7% en el conjunto de 2020, anotando un rebote del 5,2% en 2021.
En segundo lugar, un escenario más leve que presupone una contención eficaz de la enfermedad, eliminando rápidamente las restricciones a la actividad, lo que llevaría al PIB a apuntar una caída del 5,9% en 2020; y un tercer escenario severo en el que se produciría una intensa recaída sanitaria, retomando fuertes medidas de restricción, con una minoración del PIB del 12,6% al término del año en curso.
En lo que concierne a la economía española, el Banco de España prevé tres posibles escenarios para 2020, según la probabilidad de sufrir rebrotes y el consecuente impacto de las medidas adoptadas para su contención.
Se establece un primer escenario de recuperación temprana, en el que se prevé una caída del PIB del 9,0% en 2020. Este escenario contempla una mejora de la actividad económica durante el segundo trimestre del año, sin necesidad de recurrir a medidas de confinamiento adicionales, y los estímulos económicos y laborales habrían sido eficaces para mantener las empresas y contener las pérdida de empleo.
Se contempla también un segundo escenario en el que la recuperación se produciría en el tercer periodo del ejercicio, de forma gradual, con algunos rebrotes poco intensos del virus, aunque el tejido productivo habría acusado daños persistentes que lastrarán la recuperación plena de la actividad y del empleo. Bajo estos supuestos, el PIB se contraería un 11,6% en este escenario.
La tercera opción plantearía un escenario de riesgo, según el que se apreciarían nuevos contagios que exigirían adoptar medidas adicionales de confinamiento, y ello sumiría el PIB español en una caída del 15,1% en 2020.
Lo que resulta indudable es el fuerte impacto que tendrá la pandemia durante el año en curso sobre el empleo en cualquiera de las posibilidades, situándose la tasa de paro en el escenario menos perjudicial en un 18%, pudiendo superar el 23% en el escenario más adverso.
Además, el intenso incremento del gasto público para hacer frente a los costes de la lucha contra el COVID-19, elevarán el déficit público a valores que podrían situarse entre el 10% y el 14% del PIB, mientras que la deuda pública alcanzaría a niveles muy elevados.
En este sentido, los datos más recientes sitúan ya la deuda de las Administraciones Públicas en el 98,9% del PIB tras el primer trimestre del año, lo que se traduce en un total de 1,22 billones de euros, un 3,5% más que en el último trimestre de 2019.
Por otra parte, resulta necesario destacar que tras el inicio de la desescalada y la ligera reactivación de la economía, aunque con limitaciones, el mercado laboral español ha comenzado a mostrar algunas señales positivas, tal como muestran las cifras de afiliación a la Seguridad Social a último día del mes de mayo, que muestran cómo el empleo habría crecido en 187.814 efectivos (+1,0%), con respecto al mes precedente.
Este tono positivo del mercado de trabajo se ha trasladado también al ámbito de Canarias, donde la afiliación a la Seguridad Social se incrementó en 5.767 nuevas altas, un 0,8% más que en el mes de abril, destacando, especialmente, los servicios (+3.261 empleos), en los que la “Sanidad” (+1.187 trabajadores) y la “Hostelería” (+822 afiliados) sobresalieron sobre el resto de ramas; y la construcción, que observó un repunte mensual de 2.405 efectivos a último día del mes de mayo. El sector industrial también incrementó su cifra de afiliados en 179 personas, mientras que, por el contrario, la agricultura anotó 78 empleos menos.
Sin embargo, el paro registrado mantuvo la tendencia ascendente, observando durante el quinto mes del año un alza mensual del 2,39%, 6.093 desempleados más que en abril.
Por otro lado, volvemos a poner en valor el papel que han desempeñado los ERTEs durante la paralización de la actividad económica en las Islas, y es que hasta el pasado 25 de mayo, la autoridad laboral competente ha gestionado 28.555 expedientes, con un total de 204.399 trabajadores afectados, cerca de un 27% de los trabajadores en situación de alta laboral en el Archipiélago.
La mayoría de las solicitudes han sido realizadas por empresas de las ramas vinculadas a la actividad turística y el consumo, la “Hostelería” y el “Comercio”, con un 56,5% del total; al tiempo que aproximadamente un 75,9% de las entidades solicitantes (21.397 empresas) cuentan con entre 1 y 5 trabajadores, lo que continúa mostrando la necesidad de que las medidas de estímulo sigan apoyando a las pymes canarias para superar los efectos del hundimiento de la actividad.
En lo que respecta a la actividad turística, la restricción de las operaciones aéreas comerciales ha llevado a la entrada de viajeros desde el extranjero a acumular un descenso del 51,9% en lo que va de año, sumando ya un total de 3 millones de visitantes menos que en los cinco primeros meses del pasado 2019.
En cuanto a la inflación, los precios en las Islas se mantuvieron sin variación en mayo, dado el estancamiento que sigue atenazando al consumo, lo que también sucedió a escala nacional. En términos acumulados, el IPC continúa en terreno negativo, observando un descenso del 0,3 por ciento.
La progresiva retirada de las medidas de confinamiento, y la tímida pero gradual reanudación de la actividad, supone el inicio de un camino que debe conducir a la economía canaria a recuperar los niveles productivos previos a la irrupción de la pandemia, por lo que resulta crucial que se mantenga y se potencie el acceso del tejido productivo del Archipiélago a la liquidez y financiación necesaria para ello.
En este sentido, la reactivación del sector turístico apunta como un elemento clave y necesario para avanzar en la reactivación de la economía canaria, pero debe realizarse con las máximas condiciones de seguridad y de manera coordinada entre territorios y agentes económicos para reducir riesgos y consolidar su recuperación.
Por lo que se refiere al empleo, resulta esencial utilizar los cauces del diálogo social e insistir en la necesidad de prorrogar la duración de los ERTEs, como mínimo hasta final de año, para permitir que las empresas y la demanda del mercado de trabajo puedan adaptarse a la velocidad de reactivación de la economía, que será lenta y gradual.