Un estudio liderado por el CSIC ha descubierto que las emisiones oceánicas de bromo y yodo reducen el ozono troposférico generado por el ser humano. Estos compuestos naturales destruyen entre el 10% y el 20% de la carga de ozono troposférico global.
Los datos obtenidos en este trabajo apuntan a que la atmósfera y su composición experimentarán profundas perturbaciones asociadas con los desarrollos socioeconómicos, como los cambios en los gases de efecto invernadero y las emisiones de contaminantes. A pesar de lo que se podría pensar, y en base a las proyecciones, los investigadores consideran que la capacidad de destrucción troposférica de ozono controlada por los halógenos (elementos químicos que forman sales naturales al unirse con un metal) se mantendrá constante. En la actualidad, se estima que los halógenos naturales destruyen entre el 10% y el 20% de la carga de ozono troposférico global.
“Uno podría esperar que el aumento de halógenos en un clima más cálido se tradujese en una mayor destrucción de ozono. Curiosamente, la química halógena muestra un rol de amortiguación sobre la carga troposférica de ozono, con una heterogeneidad espacial muy marcada”, señaló Fernando Iglesias-Suárez, investigador del CSIC en el Instituto de Química Física Rocasolano y autor del estudio.
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