Aunque el temporal vivido en Murcia y Alicante ha desconcertado a muchos por lo inédito de un fenómeno así en la zona, continúa imbatible en la memoria de estas ciudades la riada de Santa Teresa que acabó con la vida de un millar de personas.
A mediados del mes de septiembre, la Agencia Estatal de Meteorología activó el nivel amarillo por fuertes lluvias en buena parte de la Comunidad Valenciana y Murcia ante la inminente llegada de una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que comporta un embolsamiento de aire frío que origina lluvias torrenciales, bajada de las temperaturas, además de fuertes rachas de viento. El temporal anegó calles y casas y, desafortunadamente, también se llevó por delante vidas.
Sin duda, y como suele decirse, la muerte se presenta sin avisar. Una verdad indiscutible que se ha vuelto a confirmar con el fuerte episodio de lluvias. Su intensidad no solo ha causado grandes destrozos en viviendas, sino que también ha ocasionado cinco víctimas mortales y ha puesto en peligro la vida de millares de personas que tuvieron que ser evacuadas, ya que su seguridad se veía comprometida ante un posible desbordamiento del río Segura.
No en vano, según destacó la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el episodio de lluvias torrenciales en la Vega Baja sea probablemente el más catastrófico de los últimos 140 años. En concreto, desde octubre de 1879. En aquella importante riada, la de Santa Teresa, murieron entre Murcia y Orihuela y otras localidades de la Vega Baja, más de mil personas: 761 en Murcia, 300 en Orihuela, 13 Lorca, dos en Librilla y uno en Cieza.
Aquel suceso fue de tanta magnitud y caló tanto en la sociedad de entonces que se recaudó ayuda de infinidad de países a los que el suceso había conmocionado. Incluso la pluma de escritores franceses de gran talento, como Victor Hugo, Alejandro Dumas o Emile Zola, se prestó a escribir unas líneas en un periódico de la época que sirvió para encender la mecha de la solidaridad entre los franceses. En total, se recogieron casi dos millones de pesetas.
Aunque el paso de la DANA no ha resultado tan demoledor —sin ánimo de restarle importancia— como en su día fue el temporal de 1879, sí que ha traído a la memoria aquel suceso. Los municipios actuales cuentan con alcantarillado y otros sistemas que han aliviado la intensidad del caudal del agua. A esto se añade también la intervención de cuerpos como la Unidad Militar de Emergencias (UME), creada en 2006, que con su acción ha mitigado las consecuencias.
Tampoco podemos pasar por alto que las previsiones meteorológicas en 1879 eran una ciencia desconocida de la que hoy en día sacamos un provecho capaz de salvar vidas. Lo que sí que es cierto es que, tanto entonces como ahora, pocos conciben que una gota fría pueda marcar su final, por eso los seguros de vida o los específicos de accidentes parecen cobrar sentido en estas situaciones, más aún cuando el fallecido es padre o madre y tiene hijos de corta edad dependientes económicamente.