El apagón general de la red eléctrica sufrido durante este 28 de abril en España ha dejado múltiples lecciones que aprender. Resulta evidente en el aspecto político y de infraestructura, pero a nivel social hemos podido observar varias tendencias que indignan a buena parte de la población no solo española, sino también portuguesa.
El alarmismo exagerado ha provocado una reacción parecida a la de la pandemia del COVID-19, con personas entrando en pánico y agravando una situación delicada de por sí ante la incertidumbre de lo ocurrido. Mientras lugares clave como centros de salud u hospitales han funcionado con el apagón como han podido, todo lo relacionado con la industria alimentaria y el transporte se ha sumido en un caos mucho más profundo.
Tras el corte de luz, la mayoría de supermercados que operan en España y Portugal se vieron obligados a cerrar antes de tiempo, con las excepciones de establecimientos como Mercadona o El Corte Inglés, que contaban con generadores para los locales y las cámaras frigoríficas. Otros supermercados, como Carrefour o Eroski, no han podido seguir operando y han regalado pan y otros alimentos, pero la problemática se ha alcanzado precisamente en los que seguían abiertos durante el apagón general.
Cómo el apagón desató el caos en los supermercados
«Es increíble que después de la pandemia no hayamos aprendido nada. Estanterías arrasadas en los supermercados. Somos los mismos borregos de siempre», comenta David tras observar la situación ocurrida en Mercadona sobre la hora de comer de este lunes 28 de abril. Es enfermizo lo de la gente. No quedaba ni agua, ni papel higiénico, ni leche. Estoy alucinando», puntualiza Jésica. «Mañana para desayunar, un tazón de agua con pilas y un rollo de papel higiénico de postre», ironiza Nacho.
No solo papel higiénico, pilas para la radio o agua han sido los productos más demandados por buena parte de los españoles durante el apagón eléctrico, sino también velas, mecheros y todo tipo de alimento no perecedero. «En Valencia solo pudimos comprar media tarta, en dos horas no quedaba nada en el supermercado«, nos dice Eva sobre un Mercadona de la Comunidad Valenciana. En Alicante, a las 16:10 estaba todo completamente arrasado:
Lo cierto es que en el caso de Portugal, la situación no ha sido muy distinta. Varios ciudadanos del país confirman a este diario que Lidl y Aldi han funcionado gracias a los generadores alemanes, mientras que los supermercados PT permanecían cerrados. Se ha podido ver cómo diferentes personas cargaban carros con agua, latas de conserva y pan en Lidl desde las 13:00, cuando el apagón se produjo solo media hora antes.
Es enfermizo lo de la gente. No quedaba nada en el supermercado
Jésica, una madrileña indignada tras ver lo sucedido en un Mercadona
En la cola, un señor mayor había entrado en pánico porque pensaba que venían los rusos con bombas, me parece ridículo no haber recibido ningún mensaje del Gobierno de Portugal cuando todavía había red, por mucho que estuvieran ocupados investigando, protesta Vito, un vecino de la ciudad portuguesa de Oporto.
«Los recursos se acaban en horas y luego ellos tienen diez garrafas de agua mientras otros nada. Hace falta más empatía y civismo», explica otra ciudadana portuguesa. Sea como fuere, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) aseguró este martes que se va recuperando la normalidad paulatinamente, aunque es difícil cuantificar el impacto económico en estos momentos.
«Sin duda alguna, las industrias alimentarias han resultado perjudicadas por la paralización de cadenas de producción y por el efecto que la pérdida de suministro eléctrico puede haber ocasionado en productos que lo necesitan para su tratamiento y conservación», han apuntado fuentes de la patronal.
En cuanto al transporte, todo el lunes 28 de abril ha sido un absoluto caos en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona. Es cierto que ha habido civismo en las carreteras ante semáforos y carteles luminosos apagados, respetando el paso de una ola de peatones inmensa, provocada por la imposibilidad de trasladarse en Metro o tren y la necesidad de muchas personas de salir a la calle para informarse.
Pero no han faltado los accidentes, los sustos con posibles atropellos o las discusiones con agentes de movilidad que se han desplazado a los puntos más congestionados. Uno de ellos ha sido el del Paseo de la Castellana, en Madrid, donde este periódico pudo vivir de primera mano lo ocurrido apenas una hora después del inicio del apagón. La Policía Municipal tuvo que intervenir en los autobuses ante empujones y avalanchas, y en Plaza Castilla el pánico era tal que la cola del 27 ocupaba toda la amplia acera central. Pablo, un joven de Colmenar Viejo, estuvo horas sin saber qué hacer ni cómo volver. «No puedo llamar a mi padre porque no hay línea y no me dicen qué autobuses van hacia allá», nos cuenta.
Otras zonas importantes de la capital, como la Gran Vía, han tenido el efecto contrario. La calle más famosa de la urbe estaba cortada al tráfico excepto para servicio de emergencias, transporte público, taxis y VTCs. Los túneles de acceso a la M-30 también fueron cortados tras una situación límite de varios conductores que ingresaron a los mismos, a oscuras completamente y sin indicaciones luminosas. En conjunto, 286 personas se han quedado atrapadas en Madrid durante el apagón en diferentes situaciones.
Fuera de las ciudades, varios trenes se han quedado a mitad de camino con multitud de pasajeros en su interior. «La gente tarda muy poco en perder la cordura en situaciones extremas. He visto a personas comiendo como si llevaran días sin comer, y no nos ha faltado de nada«, explica Carmen, atrapada en Villanueva de Córdoba tras coger un tren en Málaga a las 11:15 del lunes.
La Unidad Militar de Emergencias (UME) ha atendido a los afectados y les ha proporcionado asistencia junto a la solidaridad de vecinos de pueblos cercanos, que han proporcionado alimentos, mantas e información. Se organizaron repartos de comida y se llevaron a ancianos y niños antes de la noche. Por su parte, los viajeros que esperaban un tren o un avión han podido quedarse a hacer noche en las estaciones y terminales, con mantas proporcionadas por la UME.
La otra cara del apagón: españoles en terrazas y bares
Y, sin embargo, todo este caos contrasta profundamente con la enorme cantidad de gente que decidió pasar las horas del apagón eléctrico general en bares y terrazas de restaurantes que sí ofrecieron servicio durante todo el día, con bebidas frías e incluso alimentos cocinados con cocinas de gas. «Cuando llegue el apocalipsis, los españoles se irán tranquilamente al bar», apunta Alberto con una cerveza en la mano en una terraza de una famosa franquicia.
Una de las imágenes más curiosas ocurrió en torno a las nueve y media de la noche en Madrid, cuando el regreso del suministro eléctrico sorprendió a cientos de personas que ocupaban calles y terrazas de la capital. Los vídeos de ciudadanos celebrando el encendido se han vuelto tremendamente virales, con las dos posturas claras: los que piden responsabilidad en situaciones de urgencia como esta y los que dan valor a la socialización y la positiva reacción de la sociedad española ante las adversidades.