Ricardo De Burgos Bengoetxea será el encargado de dirigir la final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el FC Barcelona, un duelo cargado de tensión que se celebrará este sábado en el Estadio de La Cartuja de Sevilla. Consciente del peso mediático y emocional que supone arbitrar un Clásico con un título en juego, el colegiado vasco ha optado por una estrategia clara, aislarse con su familia en una localidad cercana a la capital andaluza para centrarse exclusivamente en su preparación personal y alejarse del ruido exterior.
Este método no es nuevo para De Burgos Bengoetxea, quien ya ha arbitrado grandes encuentros entre ambos equipos, como las Supercopas de España de 2017 y 2023. El árbitro quiere llegar en las mejores condiciones posibles tanto física como mentalmente, y para ello ha reducido al mínimo su exposición pública, enfocándose en el análisis de los equipos y en su puesta a punto física para lo que será, sin duda, uno de los partidos más importantes de su carrera.
Estudio minucioso del partido y sus protagonistas
Durante este retiro previo, De Burgos Bengoetxea no solo mantiene un riguroso plan de entrenamiento físico, sino que también dedica tiempo al análisis detallado de los estilos de juego, comportamientos y posibles tensiones que puedan surgir entre jugadores de ambos equipos. La experiencia acumulada en más de una década en la élite le permite anticipar situaciones y gestionar mejor los momentos críticos que suelen aparecer en un Clásico.
El árbitro ha revisado encuentros recientes tanto del Real Madrid como del FC Barcelona, prestando especial atención a las jugadas conflictivas, las dinámicas de los partidos grandes y las conductas individuales de los futbolistas más temperamentales. Su objetivo no es solo aplicar el reglamento con precisión, sino también controlar los tiempos emocionales del partido y garantizar que el espectáculo se desarrolle en condiciones de respeto y deportividad.
Un reto de máxima exigencia para De Burgos Bengoetxea
Arbitrar una final entre los dos colosos del fútbol español no es tarea sencilla. De Burgos Bengoetxea lo sabe, y por eso asume el reto con máxima seriedad y responsabilidad. Su objetivo es pasar desapercibido, algo que en un Clásico se convierte en un auténtico desafío dadas las pasiones que despierta el duelo.
Esta será su tercera final entre Real Madrid y FC Barcelona, una cifra que refleja la confianza que la RFEF deposita en su criterio, temple y profesionalidad. En La Cartuja, el foco estará inevitablemente sobre los jugadores, pero también sobre un árbitro que ha trabajado en silencio para estar listo. Porque en una final como esta, cada decisión cuenta, y De Burgos Bengoetxea lo sabe mejor que nadie.