Las pantallas inteligentes han revolucionado la forma en que consumimos contenidos audiovisuales en nuestros hogares. Una Smart TV ofrece infinitas posibilidades de entretenimiento, desde servicios de streaming hasta videojuegos, todo ello conectado a internet para brindarnos una experiencia personalizada. Sin embargo, detrás de esta comodidad se esconde una realidad inquietante que pocos usuarios conocen: estos dispositivos recopilan constantemente información sobre nuestros hábitos de consumo y, en algunos casos, incluso escuchan nuestras conversaciones privadas.
La tecnología avanza a pasos agigantados, pero la transparencia sobre cómo funcionan estos aparatos no siempre va a la par. Los fabricantes de televisores inteligentes han implementado sistemas como el reconocimiento automático de contenido (ACR) y micrófonos permanentemente activos que, bajo la promesa de mejorar nuestra experiencia de usuario, registran meticulosamente cada programa que vemos, cada aplicación que utilizamos e incluso lo que decimos en la intimidad de nuestro salón. Esta práctica, que roza lo intrusivo, plantea serias cuestiones sobre privacidad que merecen nuestra atención inmediata.
1EL ESPÍA QUE VIVE EN TU SALÓN
Pocas personas son conscientes del nivel de vigilancia al que están sometidas cuando encienden su Smart TV para ver una película o serie. El reconocimiento automático de contenido (ACR) es una tecnología que escanea pixel por pixel lo que aparece en pantalla, identificando con precisión qué estamos viendo en cada momento, independientemente de si procede de una plataforma de streaming, un canal tradicional o incluso un dispositivo conectado como una consola. Esta información se envía a servidores remotos donde se analiza para crear perfiles de consumo extremadamente detallados.
El objetivo principal de esta recopilación masiva de datos no es otro que el monetizar nuestros hábitos de visionado. Las compañías fabricantes de Smart TV obtienen ingresos adicionales vendiendo esta información a anunciantes, permitiéndoles crear campañas publicitarias híper personalizadas basadas en nuestras preferencias, sin que en muchos casos hayamos dado un consentimiento informado para ello. Lo más preocupante es que muchos modelos tienen esta función activada por defecto, convirtiendo nuestro televisor en un informante silencioso que trabaja 24 horas al día, siete días a la semana.
