Conducir es mucho más que un simple acto cotidiano: es sinónimo de libertad, autonomía y movilidad. Sin embargo, esa capacidad de ponerse al volante no es ilimitada. La Dirección General de Tráfico (DGT) establece rigurosos controles médicos para garantizar que todos los conductores cumplan con las condiciones físicas y mentales necesarias. Algunas enfermedades pueden suponer la retirada temporal o definitiva del carné, un tema que afecta a miles de españoles cada año.
¿Qué patologías impiden renovar el permiso? ¿Cómo actúa la DGT ante casos de deterioro cognitivo o problemas cardiovasculares? En este artículo profundizaremos en las normas que rigen la aptitud para conducir y las enfermedades que más preocupan a los expertos en seguridad vial.
1La salud al volante: por qué la DGT exige revisiones médicas
Tener el carné de conducir en regla no solo implica haber aprobado los exámenes teórico y práctico. Según la DGT, es imprescindible demostrar cada cierto tiempo que se está en condiciones físicas y mentales para seguir conduciendo con seguridad. Por eso, exige revisiones médicas obligatorias cada 10 años hasta los 65, y cada 5 años después.
Estos reconocimientos, realizados en centros médicos autorizados, valoran aspectos clave para la conducción segura: agudeza visual y auditiva, coordinación motriz, estado psicológico y presencia de enfermedades crónicas. Cada uno de estos factores puede afectar la capacidad de reacción o atención del conductor, por lo que su evaluación periódica resulta fundamental para garantizar un manejo responsable.
Desde la DGT insisten: no se trata de excluir a nadie, sino de prevenir riesgos. Identificar a tiempo posibles limitaciones físicas o cognitivas permite actuar antes de que se traduzcan en accidentes. La medida busca proteger tanto al propio conductor como a quienes comparten la vía, fomentando una conducción segura para todos.