Madrid se enfrenta a una crisis sanitaria que ya no admite matices ni dilaciones. La Atención Primaria, pilar esencial del sistema público de salud, atraviesa uno de sus momentos más delicados. De acuerdo al informe sobre “la situación real” de la Atención Primaria en Madrid, presentado por el sindicato médico Amyts y la plataforma APSeMueve, la escasez de médicos ha dejado sin facultativo asignado a más de 760.000 personas en la región, una cifra que va mucho más allá de lo estadístico: son vecinos, familias completas, personas vulnerables que no encuentran respuesta en su centro de salud.
Los efectos inmediatos de esta crisis sanitaria son cada vez más evidentes. Basta con ver las listas de espera que se alargan con el pasar de los días, el tiempo de las consultas se reducen a minutos y muchos centros no pueden cubrir siquiera los turnos mínimos, por la falta de profesionales.
Y por si fuera poco todo lo que ya está ocurriendo, los pocos profesionales disponibles trabajan al límite, en una situación que amenaza con romper definitivamente el equilibrio de un modelo que, hasta hace poco, era ejemplo de eficacia, lo que es verdaderamente lamentable.
El tiempo para los diagnósticos se acorta, el seguimiento de pacientes crónicos se debilita y la carga recae sobre una plantilla que se encuentra visiblemente agotada. Y la peor parte de la historia es que, las soluciones no llegan y la sensación de abandono crece.
Una Atención Primaria al límite en Madrid: centros saturados y sin relevo generacional
La red de Atención Primaria en la Comunidad de Madrid se enfrenta actualmente a una crisis estructural que no se había vivido antes y que amenaza con desbordarse, afectando a los millones de madrileños que dependen de ella. Prueba de ello, es que por la falta de profesionales disponibles se han dejado a más de 760.000 personas sin médico asignado, una cifra alarmante que refleja el agotamiento del sistema.
Los centros de salud de la Comunidad de Madrid operan diariamente con plantillas que normalmente no están completas, lo que obliga a los profesionales sanitarios a asumir cargas de trabajo verdaderamente inhumanas. El relevo generacional no llega: muchos médicos se jubilan sin que haya nuevos facultativos dispuestos a ocupar sus plazas, debido a las precarias condiciones laborales y la falta de incentivos reales.
Pero, esta sobrecarga de trabajo no solo impacta en los profesionales, también repercute directamente en la calidad del servicio, no es lo mismo atender a un número limitado de pacientes diarios a estar obligado a atender a decenas de pacientes en un tiempo limitado de trabajo. Consultas exprés, retrasos interminables y agendas bloqueadas son ya una constante en la atención médica básica. Lejos de tratarse de una situación coyuntural, los datos revelan una tendencia prolongada que el sistema no consigue revertir.
Y lo que podría estar empeorando la crisis sanitaria en la Comunidad de Madrid, es el desinterés institucional por resolver el déficit estructural de médicos alimenta un escenario de colapso sanitario, con consecuencias cada vez más visibles en la salud de la población.
Los pacientes, víctimas invisibles: el día a día sin médico asignado en Madrid
Diariamente, son miles de madrileños los que acuden a sus centros de salud sin la seguridad de que van a ser atendidos por su médico de cabecera y el hecho de no contar con un profesional asignado implica, en muchos casos, la imposibilidad de acceder a un diagnóstico temprano o a un seguimiento adecuado.
En el caso de pacientes crónicos, personas mayores e incluso pacientes con enfermedades mentales se ven especialmente perjudicados por la discontinuidad asistencial y la falta de atención personalizada, y estos sectores podrían sin lugar a dudas ser los más afectados por esta crisis asistencial. En la práctica, esto supone un deterioro del servicio y un sentimiento de abandono generalizado.
Los testimonios recogidos en distintos barrios de Madrid reflejan una realidad compartida: listas de espera de hasta dos semanas como mínimo, porque podrían incluso esperar más de un mes para poder ver al médico de cabecera, consultas telefónicas que nunca se concretan y urgencias colapsadas como única vía para recibir atención. Quienes no tienen recursos para recurrir a la sanidad privada, simplemente quedan en el limbo.
La Atención Primaria, piedra angular del sistema sanitario público, se ha convertido en un laberinto burocrático para muchos ciudadanos que, a pesar de pagar sus impuestos, se sienten excluidos de un derecho básico: la salud.
Responsabilidad institucional: promesas incumplidas y una gestión en entredicho

De momento, la administración autonómica ha reconocido en múltiples ocasiones la escasez de médicos en Atención Primaria, pero las soluciones anunciadas no se han materializado con eficacia. Los compromisos presupuestarios y los planes de refuerzo han quedado por debajo de las necesidades reales del sistema. Y he aquí el problema, se reconocen los problemas, pero no existen esfuerzos reales por solucionar una problemática que lejos está de solucionarse a corto plazo.
Mientras se anuncian nuevas infraestructuras, los centros ya existentes continúan operando con plantillas deficitarias. La inversión no se traduce en mejoras palpables y el discurso político se aleja cada vez más de la urgencia que vive el día a día sanitario.
Ya los expertos en salud pública y organizaciones médicas han señalado la falta de voluntad política como uno de los factores clave del deterioro actual. A ello se suma una planificación deficiente y una gestión que no prioriza la Atención Primaria como eje estratégico, ya que es el primer eslabón de la cadena. Y ante un escenario sanitario colapsado como este, muchos madrileños se preguntan, ¿por qué la clase gobernante no está interesada en solucionar un problema que afecta a miles de personas diariamente?
Lo cierto es que, mientras las autoridades reconocen la problemática, los madrileños se conforman con un servicio de salud que ha dejado de ser referencia del sistema de salud público en España. Las cifras ya no son solo estadísticas: son la evidencia de una crisis que exige respuestas inmediatas y eficaces por parte de quienes tienen la responsabilidad de gobernar.