El pasado viernes 11 de abril, cuatro trabajadoras de una escuela infantil de la localidad de Torrejón de Ardoz (Madrid) fueron detenidas por la Policía Nacional por un presunto caso de maltrato a bebés. La Jefatura Superior de la Policía de Madrid especifica que a dos de las educadoras de la escuela infantil Cascanueces, situada en la calle Río Pelayo número 1 del municipio, se las acusa de ello, mientras que las otras dos son señaladas por no denunciarlo.
Ha ocurrido tras las denuncias presentadas por varios padres y la emisión de un vídeo en el que se puede ver el comportamiento de las profesionales con los menores. Se trata de una grabación con el móvil realizada por una alumna en prácticas y emitida por la cadena de televisión Antena 3, y en el documento audiovisual se observa a una de las educadoras sujetando con fuerza a una bebé de un año y medio de edad mientras profiere gritos intentando que ingiera comida de manera violenta.
La titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Torrejón de Ardoz ha decretado libertad con medidas cautelares para las detenidas, que continúan imputadas por delitos de trato degradante, maltrato de obra y maltrato habitual (de forma subsidiaria). También el Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz ha solicitado el inicio urgente de un expediente de investigación de los hechos acaecidos a la Dirección de Área Territorial Madrid-Este de la Consejería de Educación, Ciencia y Universidades de la Comunidad de Madrid.
Tras lo ocurrido, multitud de padres y miembros de asociaciones se han concentrado para exigir medidas contundentes no solo en este centro privado, sino en relación al funcionamiento general de este tipo de escuelas de educación infantil en los diferentes puntos de España. Las quejas y protestas han ido escalando con el paso de las horas y de los días.
Algunos de los padres aseguran estar sin poder dormir o haber recurrido al uso de tranquilizantes tras las imágenes de la escuela de Torrejón de Ardoz. El caso ha reabierto el debate sobre la vigilancia institucional ante maltratos y negligencias, así como los protocolos de control en las escuelas infantiles privadas, con multitud de peticiones de imposición de cámaras obligatorias en los centros. De hecho, hasta se han iniciado recogidas de firmas al respecto en otras ciudades españolas, como Melilla, exigiendo videovigilancia en las aulas y espacios comunes de estos centros.
Las educadoras condenan el caso de Torrejón y reivindican mejores condiciones
Mientras todo esto ocurre, el resto del sector de trabajadores de la educación infantil privada se siente señalado. Todas y cada una de las educadoras infantiles con las que ha podido hablar este diario coinciden en condenar el comportamiento de las detenidas en la escuela de Torrejón de Ardoz, pidiendo a su vez que no se criminalice su profesión y que se ponga el foco en las complicadas condiciones de trabajo en relación con las escuelas públicas.
Nos cuentan que en las escuelas públicas suele haber dos educadoras por aula y en las privadas no, lo que provoca un incremento del estrés una situación de trabajo lejos de lo ideal. «He trabajado tanto en la privada como en la pública, y en la pública mi nivel de estrés bajó muchísimo. Pasé de tener 17 niños para mí sola a tener 9 para dos personas; no tiene nada que ver», nos cuenta Vanesa, educadora infantil de otro centro de Torrejón de Ardoz.
En la pública el nivel de estrés baja muchísimo. Pasé de tener 17 niños para mí sola en la privada a tener 9 para dos personas en la pública.
Vanesa, educadora infantil en otro centro de Torrejón de Ardoz
«Además, muchas escuelas privadas son del Jurásico. En una escuela de Alcalá de Henares, mi jefa tenía 80 años, y con esas edades los valores educativos pueden ser otros», continúa, pidiendo que se lleven a cabo cursos de formación actualizados como los de las escuelas públicas también en las privadas. «La falta de personal desborda, pero no justifica el comportamiento».
«Esta señora le hace un flaco favor a todas las personas que nos dedicamos a la educación. Por muy sobrepasada que esté, una persona nunca puede llegar a esos extremos. Nunca. En la vida», dice Ana, otra educadora del municipio madrileño de Torrrejón, en relación al caso de la escuela infantil Cascanueces. «Yo estoy actualmente en una clase sola con 14 niños y no tiene ningún tipo de justificación. Hay que mejorar sueldos y condiciones, pero si no puedes con ello, no trabajes de educadora».
«Tuve a una familia el viernes que se me derrumbó en la puerta a la hora de entregar a su hijo», nos cuenta otra fuente anónima del sector consultada por el diario Qué! que se muestra mucho más crítica. «Es normal su reacción y es un caso muy complicado que me perjudica tanto personal como profesionalmente. Creo que esto ocurre en un alto porcentaje de escuelas infantiles».
«Yo he visto malos tratos en escuela pública, privada y concertada. No me sorprende, me duele. […] Nadie se merece escuchar las cosas que he escuchado yo en las clases, o ver tirones de los brazos porque alguien no está teniendo un buen día. Los niños no tienen culpa de nada, están con nosotras porque no hay conciliación familiar».
Otras educadoras de distintas escuelas infantiles de Torrejón de Ardoz, ajenas a la situación denunciada, levantan la voz por estar recibiendo un trato diferente tras la noticia. Tienen que aguantar ahora en su día a día comentarios como «son todas iguales», «por eso nunca he llevado a mi hija en una escuela infantil» o incluso llamamientos para sacar a los hijos de las escuelas por considerarlas «lugares que no son seguros». Lo cierto es que el sector educativo ha tenido que soportar críticas tan duras como injustas en las últimas horas.
«Nuestro trabajo está constantemente bajo observación, como si se nos mirara con lupa. Siempre estamos en el punto de mira, es una presión constante. Y a eso se suma que muchos padres sienten la libertad de decirnos cómo debemos hacer nuestro trabajo, cuestionando decisiones que tomamos desde la experiencia», protestan.
Nuestro trabajo está constantemente bajo observación, como si se nos mirara con lupa
Una educadora de una escuela privada de Torrejón de Ardoz
«Yo he vivido momentos complicados al corregir conductas inapropiadas«, nos desvela Lidia, otra educadora de Torrejón. «Por ejemplo, cuando un niño ha pegado a otro, como educadora tengo el deber de intervenir y corregirlo. Pero después, los padres llaman alarmados porque el niño ha llorado y dicen que le he gritado. No es justo que se cuestione de esa manera una actuación necesaria y proporcional basada en la protección del grupo y la enseñanza de límites».
Instalar cámaras en las escuelas infantiles no es la solución
En relación a la petición de instalación obligatoria de cámaras en los centros educativos, todas las fuentes consultadas aseguran que no es una solución en ningún caso. Noelia y Laura, trabajadoras de centros educativos de distintos puntos de la Comunidad de Madrid, coinciden en que, si bien puede generar cierta tranquilidad en los padres, da pie a malas interpretaciones y el control excesivo puede torpedear el trabajo de las educadoras. «Nadie en su trabajo tiene cámaras ni le vigilan de esta manera. El problema está en las ratios y el personal», comenta Laura.
«En nuestra escuela tenemos cámaras y desde que ha pasado esto notamos que las familias se conectan mucho más. Puedo entender la preocupación de las familias, pero no creo que esto sea algo que pase habitualmente ni en todas partes. Ahora hay personas exigiendo que se pongan cámaras en todas las escuelas y colegios, pero no lo veo necesario», explica también Cristina, profesora de una escuela infantil de otro municipio de la Comunidad de Madrid.

«Como profesora de una escuela que tiene cámaras sé qué las familias se sienten más tranquilas viendo qué hacen sus hijos en el día a día, pero esto también lleva a confusiones y en ocasiones a creerse que les da derecho a decirnos de qué manera debemos trabajar o qué tenemos que hacer en algunos momentos».
«Instalar cámaras no es la solución, al final estamos más pendientes de ellas y de lo que te digan que de estar pendientes de los niños. Las soluciones pasan por mejorar las condiciones, y desde luego eso no es lo que va a ocurrir tras el caso del maltrato, porque las condiciones no justifican una actuación así», sentencia Ana.
Algunas profesionales del sector educativo llegan incluso a poner sobre la mesa como solución que para trabajar con niños se realicen muchas más pruebas que una simple entrevista o una valoración de la experiencia. «Tienes que estar bien mentalmente para trabajar con vidas tan pequeñas», explican.
A la espera de ver qué acaba desencadenando el presunto caso de maltrato en la escuela infantil de Torrejón de Ardoz, la Inspección Educativa de la Comunidad de Madrid ha abierto un expediente y el Servicio de Apoyo a la Escolarización (SAE) de la Dirección de Área Territorial Este se ha puesto a disposición de las familias para ofrecer asesoramiento e información de cara a matricular a sus hijos en otros centros. Mientras, la Policía Nacional continúa abordando el problema y no descarta que haya más víctimas.