Conducir bajo los efectos del alcohol sigue siendo una de las principales causas de siniestros viales en nuestro país. Lo dice la Dirección General de Tráfico (DGT) y lo confirman las estadísticas: el alcohol está presente en uno de cada tres accidentes de tráfico graves. Aunque todos sabemos que beber y conducir no van de la mano, hay una cara poco conocida del asunto que puede poner a cualquier conductor en aprietos: los falsos positivos por consumo de alimentos o productos cotidianos.
Sí, aunque suene extraño, es posible que des positivo en un control de alcoholemia sin haber probado una sola copa. Algunos alimentos, medicamentos y productos de higiene bucal pueden alterar momentáneamente los resultados del alcoholímetro. Y con la reciente reducción de los límites legales anunciada por la DGT, el riesgo de que esto ocurra ha aumentado. En este artículo te contaremos todo lo que debes saber para evitar sustos innecesarios.
1La DGT advierte: una mínima cantidad puede bastar
En España, la DGT mantiene una política de tolerancia cero con respecto al consumo de alcohol al volante. No es un capricho, sino una medida avalada por estudios internacionales que demuestran que incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden alterar la capacidad de conducción. Disminución del tiempo de reacción, pérdida de reflejos, visión distorsionada y una percepción del riesgo alterada son solo algunas de las consecuencias que pueden surgir aun cuando el consumo ha sido mínimo.
Por ello, los límites legales son cada vez más estrictos. Actualmente, se plantea reducir la tasa permitida a 0,2 gramos por litro en sangre y 0,1 miligramos por litro en aire espirado para conductores noveles y profesionales. Esta sensibilidad extrema en los controles de alcoholemia significa que incluso productos tan inocentes como un caramelo con licor o una fruta muy madura podrían bastar para desencadenar un resultado positivo.
La DGT advierte que, si bien estas situaciones son poco frecuentes, son técnicamente posibles, especialmente si la prueba se realiza justo después de ingerir el alimento o producto en cuestión. En estos casos, la concentración de alcohol en la saliva puede ser suficiente para alterar el resultado inicial.