El Ejecutivo ha decidido dar un paso firme para evitar el avance de dos tendencias digitales que no paran de crecer y que tienen en vilo tanto a usuarios como a expertos en seguridad y consumo. Por un lado, los ‘deepfakes’ generados desde el móvil, esas falsificaciones de vídeos e imágenes que la inteligencia artificial ha puesto al alcance de cualquiera; por otro, las ‘loot boxes’ de los videojuegos, un sistema de recompensas al azar que muchos señalan como una trampa para enganchar a los jugadores, especialmente a los más jóvenes.
Con una nueva normativa en la mesa, el Gobierno busca proteger a la población en general, pero haciendo énfasis en los más jóvenes, de engaños, estafas y hábitos que rozan la adicción.
No es un tema menor. Los ‘deepfakes’ se han convertido en un arma de doble filo: fascinantes por su tecnología, pero peligrosos cuando caen en manos equivocadas. Y las ‘loot boxes’, con su promesa de premios exclusivos a cambio de dinero real, han encendido las alarmas por su parecido con las apuestas. Y el problema es que ambas tendencias se han ganado como seguidores a los más pequeños.
La presión de la sociedad y las advertencias de organismos internacionales han empujado al Gobierno a actuar, y el mensaje es claro: hay que poner límites antes de que el daño sea mayor.
‘Deepfakes’ bajo la lupa: adiós a la manipulación sin reglas
El auge de los ‘deepfakes’ tiene al Ejecutivo en guardia. Estas creaciones, que usan inteligencia artificial para alterar caras, voces o escenas enteras, ya no son solo cosa de expertos: cualquiera con un smartphone decente puede hacerlas. Y es allí donde surge la preocupación, porque esta tecnología está siendo utilizada por niños y adolescentes, a veces sin ningún tipo de supervisión.
Pero lo que empieza como un juego puede acabar en fraudes, suplantaciones o bulos que confunden a medio mundo. Por eso, el Gobierno ha sacado una normativa dura: quien los use para engañar o dañar se enfrentará a sanciones serias.
El plan incluye medidas prácticas, como obligar a que todo contenido manipulado lleve una etiqueta bien visible que diga “esto no es real”, un detalle que seguro no generará el mismo impacto. También habrá castigos más duros para los que difundan ‘deepfakes’ con malas intenciones, desde chantajes hasta intentos de alterar elecciones.
Con esto, las autoridades quieren medir la transparencia al caos digital y evitar que la tecnología se convierta en un dolor de cabeza para la privacidad y la seguridad de todos. Con la medida, son muchos los sectores de la población que se encuentran agradecidos.
Las ‘loot boxes’, en jaque: se acabaron las sorpresas caras
En el mundo de los videojuegos, las ‘loot boxes’ han sido el centro de la polémica durante años. Estos sistemas virtuales, que ofrecen recompensas al azar a cambio de dinero, han puesto nerviosos a padres, asociaciones de consumidores y expertos en ludopatía.
¿La razón? Enganchan, sobre todo, a los menores, que gastan sin control persiguiendo un objeto raro o un personaje especial. El Gobierno ha dicho basta y ha aprobado reglas para cortarles las alas.
Ahora, las empresas de videojuegos tendrán que ser más claras: fuera el azar puro y duro, y dentro sistemas de compra que no dejen a los jugadores a ciegos. Habrá límites de edad para acceder a estas compras, y los juegos deberán avisar en letras grandes que medir dinero tiene riesgos.
La idea es simple: que jugar no se convierta en una ruleta de casino disfrazada, y que los chavales no acaben vaciando los bolsillos, o los de sus padres, sin darse cuenta. En más de una ocasión se han hecho públicos los casos de padres que han perdido grandes cantidades de dinero, por las transacciones realizadas por sus hijos en este tipo de videojuegos.
Un giro que sacude a la industria: ¿qué viene ahora?

Estas medidas no son un cambio menor, y las empresas tecnológicas y de videojuegos ya están haciendo cuentas. Las plataformas digitales tendrán que invertir en herramientas para detectar ‘deepfakes’ y asegurarse de que lo que circula sea auténtico, algo que puede subirles los costos, pero que también podría limpiar un poco el desorden de internet.
En el fondo, es una apuesta por un entorno digital donde confiar no sea tan complicado. Por lo que la inversión que tendrán que realizar las empresas del sector aparece en un momento en el que la población clama por un poco de control.
Y por supuesto, los creadores de videojuegos, el panorama también se mueve y seguramente en la parte donde menos les gusta, las finanzas. Toca despedirse de las ganancias fáciles de las ‘loot boxes’ y buscar formas de ganar dinero que no huelan a trampa. Algunos temen que les duela el bolsillo, pero otros ya están pensando en cómo reinventarse con ideas más justas y que no espanten a los jugadores.
Sea como sea, esta normativa marca un punto de inflexión: el usuario gana peso, y la tecnología y los juegos tendrán que jugar con reglas más humanas, es decir, es hora de jugar en igualdad de condiciones y mostrando los verdaderos rostros. En un mundo cada vez más conectado, parece que el Gobierno quiere que el futuro digital no se le vaya de las manos.