El taxi es el mejor termómetro de la situación económica en España. La norma no escrita apunta que un incremento de la facturación marca una buena marcha y crecimiento, mientras que una caída en los dos primeros meses del año, los más flojos, no tiene por qué ser sinónimo de crisis. No obstante, el sector registra números muy flojos desde el pasado mes de diciembre, tanto en Madrid como en Barcelona, los dos motores de España.
En Madrid, la situación de los taxistas se agrava por la evolución de las VTCs, cuya implantación ha disparado las alarmas en el sector y aún faltarían más vehículos para satisfacer la demanda. De hecho, el precio las licencias de las VTC superan por primera vez a las del taxi. No obstante, ni los vehículos de alquiler con conductor ni el servicio público del taxi registran buenos números desde diciembre.
«Es el peor mes de febrero en muchos años», afirma un veterano conductor del taxi en Madrid que sabe y conoce cómo funciona el sector en época de vacas flacas. «Jamás había registrado una facturación tan baja en un mes de febrero, que ya es malo de por sí», admite a preguntas de este medio. Juan, un joven conductor del taxi, reafirma las mismas declaraciones con sus apenas doce años de experiencia. «Están cerrando bares y la facturación disminuye desde diciembre, un mes horrible para mí», lamenta. «Es el peor mes de febrero en muchos años», admite.
LA ESPERANZA, EN MARZO AL CALOR DEL TURISMO
«La caída ronda entre el 40% y el 50%», indica otro conductor con licencia en la capital. «Ha habido días que era mejor no haber salido, pero hay que tirar para adelante. A ver si llegan los turistas a partir de marzo y se endereza la situación», prosigue.
En las VTCs, la situación no es muy distinta. Los elevados precios y la inflación han esquilmado los bolsillos de los consumidores. «La ciudad está muerta por las noches. Apenas hay movimiento», afirma un conductor de VTC por Barcelona. «La Guardia Urbana, además, nos vigila y realiza controles desde hace semanas. Así es muy difícil trabajar y eso que tengo todos los papeles en regla», dice.
La voz de los taxistas, especialmente en Madrid, es unánime. «Sobran las VTC. No juegan con las mismas reglas y ponen precios especialmente altos por cualquier motivo. Llueve, el doble; hay concierto; el triple…», apunta Juan. «No es posible trabajar en condiciones en esta jungla. La solución es sencilla si quieren eliminar al taxi: que recompren la licencia e indemnicen por el coste de oportunidad», prosigue el taxista.
MENOR FACTURACIÓN Y PRECIOS DISPARADOS
En Madrid operan más de 8.000 licencias VTCs, la mitad de las 16.000 que mueven los taxistas, aunque no operan todas al mismo tiempo. Mientras las licencias de alquiler con conductor pueden moverse 24 horas los siete días de la semana, los taxistas deben descansar al menos dos y no ha sido hasta ahora cuando han podido aumentar los tiempos de explotación hasta las 24 horas, eso sí, esta operativa conlleva gastos adicionales y al menos la contratación de un conductor asalariado, que normalmente suele ser la pareja o bien una persona de la máxima confianza, como un hijo o un hermano u otro familiar.
Las quejas de los taxistas, además, se centran también en el incremento de los seguros. «Los precios oscilan ya entre los 2.500 y los 5.000 euros, aunque hay facturas que llegan a los 6.000. Depende del vehículo, pero ya cuestan el doble como mínimo que un vehículo particular con las mismas condiciones. Nos dan por todos lados», puntualizan. En Barcelona, la situación también es la misma, con un ascenso imparable de los seguros sin entregar nuevas o mejores prestaciones en los seguros.
Los taxistas achacan a la elevada siniestralidad de las VTCs este incremento de los seguros, mientras las licencias se disparan ya por encima de los 160.000 euros en Madrid y por encima de los 230.000 en Nerja (Málaga), provincia que está llamada a convertirse en un hub tecnológico y turístico de alto nivel más importante de España. En Barcelona, en cambio, se llegan a ofertar 30.000 euros por una licencia, mientras que a la venta suelen rondar los 145.000 euros a pesar de las trabas de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona.