Paula Badosa confiesa cuáles son sus momentos de desconexión en el Open de Australia
Paula Badosa ha conseguido, por segunda vez en su carrera, llegar a los octavos de final del Abierto de Australia. Con este logro, la tenista española firma su tercera aparición consecutiva en la cuarta ronda de un Grand Slam, algo que no solo resalta su nivel de juego, sino también una regularidad que se había estado esperando de ella desde hace tiempo. Este avance en Melbourne refleja su evolución y solidez como jugadora en el circuito profesional.
Sin embargo, como suele ocurrir en el mundo del deporte de élite, no todo se reduce a la competencia. Badosa también sabe la importancia de desconectar y encontrar momentos de relajación durante el ajetreo del torneo. En sus ratos libres, la tenista aprovecha para alejarse un poco de la tensión que rodea al Open de Australia y disfrutar de actividades que le permitan equilibrar su vida personal y profesional, lo que sin duda también contribuye a su bienestar y rendimiento en la cancha.
Cómo desconecta Paula Badosa del Open de Australia
«Miro programas que me permitan desconectar de la rutina diaria. A veces me gusta ver algo completamente diferente, algo que me saque de mi zona de confort y me permita evadirme por completo. En ese sentido, me atraen especialmente los programas de alto voltaje, como «La Isla de las Tentaciones«, que ofrecen un nivel de emoción y drama que me hace desconectar y olvidarme de todo por un rato», explica la tenista.
«Este tipo de contenidos, por su naturaleza tan extrema y llena de situaciones sorprendentes, me ayudan a relajarme. Aunque no siempre sean lo más «tranquilo» para ver, ese tipo de entretenimiento es lo que más me permite desconectar y dejar de lado la intensidad de mis responsabilidades cotidianas. Para mí, la clave está en encontrar algo que me saque por completo de mi día a día, y esos programas cumplen perfectamente con ese propósito», recalca.
Discusión con el banquillo
Se vio a la tenista teniendo una discusión acalorada en el banquillo, pero no con quien todo el mundo pensaba: «El problema no era con Stefanos, sino con mi entrenador, que está acostumbrado a mis gestos y reacciones. En ese momento, me sentía incómoda debido al viento, que complicaba mi juego, y él me insistía en que fuera más agresiva. Sin embargo, no me sentía bien con la derecha, lo que generaba aún más frustración. La situación no era fácil para mí, y mi incomodidad creció conforme avanzaba el partido».
«Stefanos, en cambio, solo estaba ahí para brindarme su apoyo, pero la verdadera frustración provenía de las dificultades que el viento me estaba imponiendo. En ese instante, hice un gesto, no dirigido a Stefanos, sino como una manera de liberar la tensión, sugiriendo en tono de broma que la próxima vez fuera él quien jugara. Fue una reacción impulsiva ante la presión del momento, pero nada relacionado con el apoyo que él me estaba brindando».
