El dueño de un hotel rural en Cangas de Onís (Asturias) logró que se cerrará un gallinero contiguo a su negocio a finales de abril tras demostrar que el ruido del cacareo que generaban las aves superaba los decibelios permitidos y molestaba a los clientes. El Ayuntamiento de la localidad le retiró el permiso necesario.
El dueño del gallinero, Nel Cañedo, ha estallado a través de sus redes sociales mostrando su indignación por la indefensión del mundo rural. «Estamos llegando al pueblo y estamos en temporada vacacional, así que no podemos tirarnos pedos porque molestamos a los turistas», asegura.
“Están en el jardincito, ‘chunda, chunda, chunda’, y ¡nunca nadie protestó! Pero que un pollo cante a las siete de la mañana cuando sale el sol, es lo normal. ¿Para que venís a un pueblo hacer turismo rural? Encima lo llamáis turismo rural. ¿A qué venís?”, añade.