Dos anuncios en los últimos días han sido llamativos a la hora de entender la nueva realidad de X, la plataforma antes conocida como Twitter. Es que dos medios de diferentes países como el británico The Guardian y el catalán La Vanguardia han abandonado la red que maneja Elon Musk asegurando que se ha convertido en un espacio de desinformación, en el que se esconde una parte de las noticias y se propaga información falsa con tal de defender los intereses políticos del propio dueño de la red. Una situación que aseguran se agudizó durante la campaña presidencial estadounidense.
«Este diario constató que las ideas que atentan contra los derechos humanos, como el odio a las minorías étnicas, la misoginia y el racismo forman parte de los contenidos virales que se distribuyen en X, donde adquieren viralidad y captan más tiempo de los usuarios en ella para ganar más dinero de las inserciones publicitarias», sentencia en su web el diario catalán.
No es diferente a la posición de The Guardian. «Creemos que los beneficios de estar en X son abrumadoramente inferiores a los aspectos negativos y que los recursos (destinados a esta red social) podrían servir para promover nuestro periodismo en otros lugares», explica el medio britanico en un contundente editorial
No son los primeros, a principios del año dos medios públicos estadounidense, la radio NPR y el canal de televisión PBS, también abandonaron la red. De hecho, esta decisión ha hecho que varios seguidores de Musk en la plataforma aprovechen su nueva posición como corresponsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, en inglés), posición que comparte con el ex candidato presidencial a las primarias republicanas Vivek Ramaswamy.
La preocupación es que un problema que ya se había hecho evidente en X, Facebook o Instagram, parece empeorar: Que el internet y las redes sociales pasan de ser la plaza pública a ser cámaras de eco que no funcionan para transmitir información ni llegar a acuerdos, sino solo para hablar con personas que estén de acuerdo con las posiciones que ya defienden. Al mismo tiempo, es inevitable notar cada vez más el algoritmo de la plataforma que maneja Musk apunta a generar uso a través del conflicto.
Esto último ha sido el principal argumento de otros usuarios para abandonar la red social, pero otros ven el aguantar en el espacio como la protección de una trinchera informativa. Es que figuras como el ministro de transportes español, Óscar Puente, o el periodista Emilio Doménech han decidido quedarse en la plataforma a pesar de los problemas actuales precisamente por qué lo consideran todavía clave para acercarse a su base de usuarios, alrededor de 250 millones de usuarios activos.
BLUESKY SE EMPIEZA A ABRIR UN ESPACIO FRENTE A TWITTER
La otra situación interesante en este momento es la de Bluesky, la ‘Twitter Killer’ hecha por el fundador de su plataforma original, Jack Dorsey. La empresa, que hoy en día dirige Jay Graber ha sabido oler sangre en el agua cada vez que la plataforma dirigida por Musk ha hecho un cambio radical para pescar usuarios, y el resultado electoral no ha sido una excepción.
Tras abrir al público este mismo año, la plataforma está rozando los 16 millones de usuarios activos. Es un dato extraordinario, aunque evidentemente sigue a años luz de la plataforma original, pero de igual modo es cierto que el crecimiento ha sido acelerado y es importante tenerlo en cuenta. Hay medios como El País o el New York Times que empiezan a hacer espacio en esta nueva plataforma, que empieza de cero, pero que promete una experiencia cercana a la plataforma de microblogging en 2016.
En cualquier caso, ya es la más exitosa de las competidoras de Twitter. El Threads de Meta nunca terminó de conectar, Mastodon ha sufrido por lo complicado de su interfaz y otras plataformas como Dischord o la propia Instagram tienen usos muy diferentes. Sin embargo, el peligro es que ambas queden con una base de usuarios con una inclinación política evidente.
CÁMARAS DE ECO
El riesgo evidente a partir de este momento es que la división se mantenga y que ambas plataformas acaben por servir sólo para una parte del espectro político. Aunque para los medios, ya no son necesariamente la principal fuente de usuarios y lectores para otros opinadores y políticos, sigue siendo clave, y se supone que estos espacios sirven para mantener conversaciones sobre la realidad que requieren la variedad de opiniones políticas.
La situación, descrita como Cámaras de Eco, puede generar dudas sobre las próximas elecciones y mantener la actual situación de polarización global, incluso si no todos los usuarios la notan como en el pasado.