Apenas una semana después de las elecciones, Donald Trump empieza a nombrar a figuras que serán claves en su nueva Casa Blanca, pero hay una primera sorpresa. Marco Rubio, el senador de origen cubano del estado de la Florida, será el nuevo Secretario de Estado, es decir, el máximo encargado de la política exterior de Estados Unidos en los próximos cuatro años, al menos si los aguanta en el cargo durante una administración que promete ser turbulenta.
Es una figura mucho más tradicional dentro del partido Republicano que otros de los nombres que se han barajado para entrar en la nueva Casa Blanca. Ha estado en el Senado desde 2010 y en 2016 fue uno de los rivales de Trump en las primarias republicanas, a las que ambos se lanzaron insultos muy duros que parecen haber sido olvidados por ambas partes. Al mismo tiempo, su historial, y sus posiciones recientes, apuntan a una figura de mano dura que sabe moverse en Washington y con capacidad de negociar con líderes europeos de tendencias opuestas.
De hecho, durante la administración de Biden ha sido una de las figuras dispuestas a negociar con los demócratas en asuntos clave, como las políticas sobre Latinoamérica y sobre China. Su historia familiar, con sus padres habiendo escapado de Cuba antes de su nacimiento, lo hace uno de los grandes críticos de los gobiernos de izquierda dictatoriales como el de Venezuela, y fue uno de los que defendió el aumento de las sanciones en el país sudamericano.
En cualquier caso hay algo de sorpresa en la elección. Otros cargos como su jefe de gabinete y el director interino del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) por sus siglas en inglés. Rubio no deja de parecer una figura más tradicional en la política y a pesar de su disposición a negociar con Trump, y su marcado catolicismo no se ha visto cerca de la ‘Heritage Foundation’, encargada del controvertido proyecto 2025, o de figuras como Elon Musk, este último todavía sin un cargo oficial en la nueva Casa Blanca.
LÍNEA DURA CON CHINA, INDIA Y VENEZUELA
Lo cierto es que esta nominación apunta a una posición dura con países como China, India o Venezuela, con los que Trump dijo en la campaña que estaba dispuesto a negociar. La realidad es que ha señalado directamente a estos tres gobiernos como problemas para Estados Unidos, los dos primeros por qué su forma de manejar la industria a nivel estatal, genera una competencia inviable dentro de la nación americana, como lo hace en Europa, pero la segunda es una posición mucho más personal por su historia familiar, y lo ha dejado claro.
En cualquier caso, tendrá que negociar con Trump varias de estas posiciones. Al mismo tiempo, no es una figura tan desconectada del mapa internacional como algunas de las que se barajaron originalmente y es evidente que apunta a un gabinete capaz de negociar a nivel internacional.
MARCO RUBIO Y MIKE WALTZ CREAN DUDAS SOBRE EL CASO DE UCRANIA
Aunque la presencia de Mike Waltz como el asesor de seguridad nacional y la de Rubio como Secretario de Estados hacen todavía más evidente que la nueva administración prestará todo su apoyo a Israel, la de ambos genera dudas sobre el futuro de Ucrania. Aunque se espera que Trump negocie con Putin y con Zelenski, una solución no parece tampoco que vaya a bajar la cabeza.
Es que ambos tienen posiciones opuestas sobre la guerra. Mientras que Waltz apunta por seguir dando apoyo a Ucrania, Rubio ha pedido que se busque una salida negociada en la que el gobierno de Volodímir Zelenski ceda al menos una parte del territorio conquistado por Rusia y se detengan las hostilidades. En esa situación es complicado adivinar quién tendrá más peso, aunque como siempre en estas instancias se apunta a que será el último en hablar con Trump.