El resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2024 se definirá en un reducido grupo de estados conocidos como «swing states». Estos estados, que incluyen Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Georgia, Arizona, Nevada y Carolina del Norte, presentan una tendencia electoral incierta, pues en cada ciclo electoral se inclinan hacia diferentes partidos. Debido a su relevancia estratégica, ambos candidatos han concentrado sus esfuerzos en estas regiones, sabiendo que una pequeña diferencia en el número de votos puede cambiar el resultado final.
El «muro azul», conformado por Pensilvania, Michigan y Wisconsin, representa un bloque de estados tradicionalmente demócratas que en los últimos años han mostrado una mayor volatilidad. Estos estados, con una fuerte presencia de votantes de clase trabajadora y sectores de manufactura, favorecieron a Trump en 2016, mientras que Biden recuperó el dominio en 2020. Este año, Kamala Harris deberá asegurar el apoyo de mujeres suburbanas y votantes negros para mantener el liderazgo en estas zonas, donde las encuestas indican una competencia reñida.
En el «Cinturón del Sol», estados como Georgia y Arizona han experimentado cambios demográficos significativos que han transformado sus patrones de voto. Con poblaciones jóvenes y diversificadas, estas regiones podrían inclinarse hacia los demócratas, pero la campaña republicana ha reforzado su presencia para evitar que Biden y Harris consoliden su dominio. Por otro lado, Carolina del Norte, que tradicionalmente ha sido un bastión republicano, continúa siendo uno de los estados clave donde el resultado es incierto, y cada voto será crucial para ambos partidos.
Finalmente, distritos específicos en Maine y Nebraska, los únicos estados que no otorgan todos sus votos electorales al ganador general, podrían desempeñar un papel importante si la contienda se reduce a un margen muy estrecho en el Colegio Electoral. Estos votos individuales pueden inclinar la balanza en caso de un empate o una disputa cercana, reafirmando que, en la elección de 2024, cada voto cuenta y podría determinar el futuro de Estados Unidos en un panorama político polarizado.
1Sistema electoral de Estados Unidos: un complejo equilibrio de votos populares y electorales
El sistema electoral de Estados Unidos se basa en un sistema de votos electorales que se asignan a los estados de acuerdo con su población. En total, hay 538 votos electorales, y un candidato necesita 270 para ganar la presidencia. La peculiaridad del sistema «winner-takes-all» significa que el candidato que obtiene la mayoría de los votos en un estado se lleva todos sus votos electorales, lo que puede dar lugar a resultados en los que un candidato gana la presidencia sin obtener la mayoría del voto popular nacional.
Esto ha generado situaciones en las que las dinámicas estatales tienen un peso considerable, especialmente en estados considerados ‘swing states’ o estados bisagra, donde el resultado es impredecible y puede cambiar de una elección a otra.
En las elecciones de 2024, los estados clave que podrían decidir el resultado son Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Michigan, Arizona, Wisconsin y Nevada. Estos estados suman un total de 93 votos electorales y se espera que el enfoque de las campañas esté en temas como la economía, la salud, y los derechos civiles, que son esenciales para atraer a votantes indecisos. Por ejemplo, la economía y la creación de empleo son prioritarios en estados como Pensilvania y Michigan, donde el sufragio de la clase trabajadora es fundamental para ambos partidos. En Georgia, las cuestiones de derechos de voto y el acceso a la salud son cruciales, dado el alto nivel de diversidad en el electorado.
Los estados con mayor número de votos electorales, como California, Texas, Florida y Nueva York, también son importantes, pero su resultado tiende a ser predecible. California y Nueva York son tradicionalmente demócratas, mientras que Texas tiende a ser republicano. Florida, aunque tiene un número considerable de votos electorales (30), es un estado más competitivo y puede inclinarse hacia cualquiera de los partidos, lo que lo convierte en un objetivo principal para ambos candidatos. Donald Trump tiene ventaja en Florida según las encuestas, pero esto puede cambiar si Kamala Harris logra conectar con los votantes latinos y jóvenes, que son esenciales en ese estado.