Uno de cada tres jóvenes comparte contenido sexual con sus parejas y uno de cada cinco lo sube a internet

El sexting y el consumo de pornografía se han convertido en prácticas habituales entre los jóvenes españoles, transformando la forma en que viven y perciben la sexualidad en la era digital. Un estudio del Centro Reina Sofía de Fad Juventud revela datos clave sobre estas prácticas, sus motivaciones, riesgos y la necesidad de una educación sexual integral adaptada a la realidad digital.

El sexting: entre el placer, la presión social y la vulnerabilidad

El 36,5% de los jóvenes en España comparte contenido sexual con sus parejas o ligues, según el estudio ‘Juventud y sexo en la era digital. Sexting y pornografía’ realizado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud entre marzo y junio de 2024. El estudio revela diferencias significativas entre géneros: las mujeres demuestran una mayor consciencia sobre la sexualización de las imágenes, tanto propias como ajenas, mientras que los hombres presentan mayor incertidumbre sobre qué se considera sexualización o cosificación.

El consentimiento se erige como la piedra angular del sexting. Cuando existe un acuerdo mutuo, el sexting puede ser una forma de expresión sexual saludable. Sin embargo, la ausencia de consentimiento transforma esta práctica en una experiencia negativa, incluso violenta. De hecho, casi la mitad de los jóvenes (48,7%) han recibido fotos de carácter erótico o sexual sin su consentimiento, y uno de cada cinco admite haber compartido imágenes o vídeos eróticos de otras personas sin su autorización.

La presión social y la búsqueda de validación también juegan un papel importante en el sexting. Un 20,5% de los jóvenes sube contenido sexual a redes sociales o plataformas online buscando comentarios positivos, mientras que un 20,2% lo hace con fines lucrativos. La normalización del sexting aumenta con la edad, lo que se traduce en una percepción mayoritariamente positiva de esta práctica tanto para emisores como para receptores. No obstante, el miedo a la huella digital permanente genera angustia, especialmente entre las mujeres, que temen que su contenido pueda ser accesible indefinidamente a cualquier persona, incluyendo su entorno cercano.

La pornografía: una «escuela de sexualidad» distorsionada

La accesibilidad y facilidad para producir contenido pornográfico ha convertido su consumo en algo cotidiano entre los jóvenes. La pornografía se ha erigido, para muchos, en una «escuela de sexualidad», influyendo en la construcción de ideas a menudo poco realistas sobre el sexo. Esta realidad exige una reflexión profunda sobre la influencia de la pornografía en la educación sexual de los jóvenes. Es necesario proporcionarles herramientas críticas para analizar el contenido que consumen y diferenciar entre la ficción y la realidad de las relaciones sexuales.

La tendencia a compartir contenido sexualizado en redes sociales puede derivar en una escalada hacia plataformas como OnlyFans, donde se monetiza el contenido erótico. Las mujeres, en este contexto, experimentan una mayor presión para sexualizar sus contenidos. Mientras el cuerpo masculino se asocia al éxito social, el femenino se tiende a sexualizar, perpetuando estereotipos de género perjudiciales. A pesar de esta presión, tanto hombres como mujeres toman decisiones conscientes sobre qué compartir online, evaluando los riesgos y beneficios de la explicitud de su contenido. Muchos jóvenes reconocen que la pornografía no refleja la realidad de las relaciones sexuales y que puede distorsionar su visión de la sexualidad. Esta consciencia, sin embargo, no siempre es suficiente para contrarrestar la influencia de la pornografía en la formación de sus ideas sobre el sexo.