México se convierte en una fosa común para la migración

México es el último escalón para muchos venezolanos y centroamericanos, principalmente, que aspiran a llegar a Estados Unidos. En esta evolución del flujo de personas, México, tiene ya las tres características de las migraciones: país de tránsito, salida y recepción. Pero unas escasas infraestructura y cultura de recepción migratoria para afrontar este fenómeno.

A todo esto, hay que añadir que grupos criminales menores y los grandes cárteles de la droga han encontrado en los migrantes un nuevo negocio a explotar. Asuntos que abarcan desde la violencia sexual, a los secuestros, robos, extorsión y esclavitud en los campos de amapola blanca de Sinaloa.

Según varias ONG el 50% de las personas que cruzan la frontera mexicana para migrar lo hacen huyendo de la violencia. La falta de oportunidades laborales, la pobreza, la reunificación familiar y los desastres naturales, son las otras circunstancias principales que obligan a miles de personas a jugarse la vida en un viaje peligroso que culmina en México, un territorio que literalmente se ha convertido en una fosa común para ellos. Asesinatos, agresiones, violencia sexual y secuestros marcan la travesía de estos migrantes, que en muchas ocasiones mueren o desaparecen en este país norteamericano.

LA MIGRACIÓN, UNO DE LOS RETOS DEL SEXENIO DE CLAUDIA SHEINBAUM

La recién nombrada presidenta de México, Claudia Sheinbaum, sabe que tiene un difícil reto en parar la problemática que este flujo de personas produce y sufre a su paso o asentamiento en territorio mexicano. Pero para ello hay que recordar que su antecesor, López Obrador, del mismo partido que ella (Morena), cuando llegó a la presidencia en 2018 prometió dar una solución a este problema.

A pesar que en un principio el mandatario habló y pensó en un tono amable y comprensivo con estos flujos y caravanas que atravesaban México, todo quedó en buenas palabras y pocos hechos. Su buena relación con Donald Trump y Biden sirvió de excusa al presidente mexicano para endurecer las leyes y criminalizar a gente que simplemente huía de la pobreza y la violencia de sus lugares de procedencia.

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Migrantes centroamericanos en la frontera de Ciudad Juárez

En este sentido, Obrador ha aumentado las deportaciones que actualmente en su sexenio han llegado a cifras de cercanas a las 150.000 personas deportadas, incluido menores. Todo esto en un absoluto pliego de las políticas migratorias mexicanas a las norteamericanas, siendo un mero muñeco para Biden y Trump en este tema.

A pesar de estas circunstancias previas, la nueva presidenta, dentro de su tono supuestamente progresista, ha prometido mejoras para el bienestar y los derechos de los migrantes. Para ello, dentro de Morena, su partido político, han intentado identificar las necesidades específicas de los migrantes, asimilar a los que se queden y que principalmente puedan convivir con la población, desarrollando unas políticas facilitadoras para su integración y poner en valor el desarrollo económico que este tipo de personas puede aportar al país y a la sociedad mexicana.

Desde ACNUR han señalado que para ello sería básico facilitar un sistema sanitario a los migrantes y reconocer los derechos laborales de los mismos, para que no sufran abusos. Esto último algo bastante difícil puesto que los propios mexicanos en muchas ocasiones trabajan de manera irregular y eso facilita bastante el abuso y la explotación. Estas circunstancias lastran la consecución de un trabajo que digno que facilite su asimilación y las condiciones de mejora.

CRISIS HUMANITARIA EN CIERNES

Estas condiciones comentadas hablan de las terribles dificultades que tienen estas personas que ya sabemos, pueden seguir su camino o quedarse en México. A ellos también hay que sumar los miles de mexicanos que aspiran a pasar la frontera estadounidense. Estos en el norte del país se suman a las caravanas de migrantes que han aumentado en un 73% este último año, según datos del gobierno mexicano.

Algo que ya hace pensar en una crisis humanitaria, con las estaciones de migración saturadas con miles de personas en malas condiciones y al amparo de grupos criminales y mafias que los utilizan para su lucro poniendo en riesgo sus vidas e integridad física. Además, no podemos olvidar la situación de las mujeres, que a todos los peligros que acechan a los migrantes, a ellas, hay que sumarles el riesgo de sufrir violencia sexual.

Algo tan sencillo como asaltar un autobús que traslada a migrantes hacia las frontera de Estados Unidos se ha convertido en una auténtico negocio para los grupos mafiosos que simplemente tienen que robarles los pasaportes a cambio de dinero o trabajos relacionados con el narco. O la propia policía mexicana, corrupta por naturaleza debido a su escaso sueldo, que también ha protagonizado abusos de este tipo.

Según la propia ACNUR a travesar México es mucho más peligroso que el resto del trayecto, incluido el tránsito del Darién, el peligroso paso entre Colombia y Panamá. Una ruta que miles de personas hacen para huir de la pobreza y a muchos les cuesta la vida y sus pocos ahorros.