Solothurn es un preciosa región suiza que padece una extraña fascinación por el número 11.
Sus relojes no marcan las doce, a partir de las 11 el tiempo se detiene. Sus habitantes pueden beber agua en cualquiera de sus 11 fuentes, visitar uno de los 11 museos, rezar en alguna de sus 11 iglesias o subir a alguna de sus 11 torres.
Solothurn fue fundada por el Imperio Romano hace 2.000 años, tal y como informan desde la ‘BBC’, y entre sus muchos monumentos destaca la Catedral de San Ursus donde el número 11 está presente en cada recoveco.
La catedral fue edificada a lo largo de 11 años, cuenta con 22 escalones de acceso separados en dos grupos de 11; sus dos fuentes están adornadas con once grifos; cuenta con 11 puertas, y está dividida en tres estructuras de 11 metros cada una, además de utilizar 11 tipos de mármoles diferentes para su construcción.
Pero, ¿de dónde viene esta obsesión?
La teoría más plausible es de carácter religioso. En la numerología, el 11 se considera el número más intuitivo de todos, comúnmente asociado con la fe.
Pero también hay una explicación geopolítica: En 1481 Solothurn se convirtió en el undécimo cantón de la Confederación Suiza, y en el siglo XVI, el cantón se dividió en 11 protectorados. Los gremios que votaron por el primer consejo de la ciudad eligieron a 11 miembros.