La falta de vacantes impide que una gran cantidad de menores esté desatendida por especialistas.
La situación actual de la sanidad pública española está dejando mucho que desear. Las protestas de los profesionales del sector se suceden periódicamente al querer llegar a una situación de bienestar en el que las adjudicaciones de plazas sean suficientes para cubrir toda la demanda de la población de forma fluida. Tal y como cabría esperar de un derecho esencial como es el de la salud.
Pero las quejas no parecen ir por buen camino, y a consecuencia de la falta de remedios, comienzan a aparecer más y más problemas. La situación está alcanzando un punto que está teniendo secuencias que cada vez llaman más la atención. Sin ir más lejos, en la actualidad, hay un total de 66.000 niños españoles que no tienen ni pediatra ni médico de familia.
El estado actual de la sanidad pública no parece ser el mejor para asegurar el total bienestar de los más pequeños de casa. En caso de dolencias o de enfermedades, las familias tienen que trasladar a los menores a urgencias, lo que impide que haya un seguimiento riguroso que permita tener un mejor control de la situación del paciente y de todo su historial, aspectos esenciales para el buen cuidado de los niños.
Este dato ha sido revelado en el seno del XVI Congreso de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), en boca de Concha Sánchez, presidenta de esta organización. Según indica la experta, el hecho de que haya niños que carezcan de un profesional de este tipo asignado se debe, especialmente, a la imposibilidad de cubrir todas las vacantes por las nefastas condiciones de trabajo que se ofrecen.
El gran problema de la Atención Primaria
Arrojando cifras exactas, la presidenta de la AEPap ha confirmado que hay un total de 66 plazas de pediatría sin cubrir, dentro de lo que corresponde a la Atención Primaria. Debido a esta situación, y teniendo en cuenta que estos expertos deben encargarse de tratar a un total aproximado de 1.000 niños, se alcanza la escandalosa cifra de 66.000 pacientes sin seguimiento en sus tratamientos.
Un problema que viene de largo, debido al continuo retroceso de la sanidad en el país, pero que apunta a ser solo el comienzo de algo más grande. Hace pocos días, César Cercadillo, responsable provincial del sector de sanidad de CSIF, aseguraba que el principal sustento de la sanidad pública está siendo el enorme compromiso de todos sus integrantes, así como su total entrega.
El panorama no es especialmente optimista. De nuevo, según Sánchez, esto es tan solo el comienzo de todo un desastre para la Atención Primaria. La profesional remarca que no hay nadie que tenga la historia clínica de todos estos niños desatendidos, nadie que sepa de sus enfermedades y pueda saber cómo actuar con total precisión, como también nadie que tenga un trato continuo con sus familias.
Las plazas vacantes por cubrir destacan sobre todo en Madrid, Valencia y Castilla y León, donde hay un total de 18, 15 y 7 totalmente libres y a falta de que alguien pueda ocupar las plazas para poder garantizar un buen trato a los más pequeños en materia de sanidad. Faltan profesionales porque faltan las buenas condiciones.
El estado actual de la sanidad pública se encuentra en el mismo punto que hace una década, tal y como apunta Cercadillo. La crisis sirvió para agravar la situación en un sector que no pasaba por su mejor momento a través de recortes que poco a poco han ido empeorando toda la estructura y las posibilidades de este campo tan importante para el bienestar de los españoles.
La gran culpa de esta situación, según indica el responsable de sanidad de CSIF en Huelva, es “que para muchos directivos, gerentes y altos cargos, la Sanidad es un negocio y no un servicio público”. La falta de libertad de los profesionales y la imposición de los criterios económicos por encima de los clínicos está acelerando un retroceso que trae peores condiciones tanto para trabajadores como para pacientes.
El panorama, como decíamos, no llama al optimismo. Las escandalosas cifras reveladas por la presidenta de la AEPap son la antesala de un futuro que resulta bastante incierto para los profesionales de la salud. Las condiciones son totalmente inadecuadas para estos trabajadores, y las reducciones de presupuesto traídas por los recortes no hacen más que acrecentar una problemática que tiene a la salud en el ojo del huracán.
Más de medio centenar de niños carece de un profesional que pueda seguir su estado de salud de forma continua, lo que supone a su vez que los servicios de urgencias estén cada vez más saturados. Un círculo vicioso del que, por el momento, no hay forma de salir.