Pocos festivales del mundo pueden comparar su importancia con el californiano Coachella. El evento fue la tarima donde Daft Punk presentó su ya mítica pirámide en 2006, en la que Beyoncé grabó su documental, ‘Homecoming’, en el que se presentó el primer concierto hecho por un holograma, el de Tupac durante el set de Snoop Dogg en 2014 y el que reunió a Guns N’ Roses en 2016 tras años de pleitos entre Axl Rose y Slash y en el que este año Frank Ocean puede haber enterrado su carrera.
En Estados Unidos es clave para entender el destino del pop, y es, junto al británico Glastonbury, el modelo que siguen la mayoría de los festivales del mundo, de hecho es el origen de la noria del Mad Cool.
Pero el evento no pasa por su mejor momento. Este año pasado no fueron capaces de colgar el cartel de agotado, y para la edición del próximo año no han tenido la suerte esperada a la hora de cerrar acuerdos con las grandes cabezas de cartel. Según ha reportado Bloomberg, Rihanna y Kendrick Lamar han dicho que no a ofertas para participar en los dos fines de semana del evento como cabezas de cartel.
Hay dos motivos, el primero es un problema de mística. Cuando Kanye West, Beyoncé o Billie Eilish tomaron la tarima, se trataba de una coronación, hoy es un concierto más dentro de las giras de festivales de este tipo de artista, y a esto se sumó este año la terrible imagen de Blur este año interpretando ‘Boys & Girls’ ante un público que no mostraba reacción alguna.
El otro problema es económico. Coachella históricamente ha pagado entre 8 y 12 millones de dólares a los grandes artistas, ese monto es lo que la propia Beyoncé o Taylor Swift, generan en una noche de concierto propio y es lo que espera generar Lamar en su gira de conciertos que se espera empiece tras el Super Bowl del mes de febrero. De hecho, para una Rihanna que tiene su carrera musical en pausa hace años, el festival no ha sido un buen motivo para retomarla.
El problema es que si Coachella ha sido inspiración de otros grandes eventos en el pasado en 2024 también es fácil usarlo para predecir los problemas a futuro de los macrofestivales. Fue el primer gran evento en poner zonas para influencers, estrategia que han seguido los eventos españoles como Río Babel, el Mad Cool o el Primavera Sound. Es que la tarima de un macrofestival es menos valiosa económicamente para un artista capaz de llenar un Bernabéu y con estos eventos dando cada vez menos importancia a los artistas nuevos estos también tienen incentivos para volver a las salas.
LOS PRECIOS SE SIGUEN INFLANDO
El otro problema que tienen estos eventos es que a la par que tienen problemas para captar artistas también han ido subiendo el precio de las entradas. El problema es que esto puede ser un castigo doble, no solo se trata del dinero que no ingresa al no agotarse las entradas, sino también que un festival sin agotar también genera menos ingresos en las ventas de la restauración, en el fondo el principal ingreso de las promotoras que los organizan.
Es un problema que sufrió el festival norteamericano este año. Aunque sus tres cabezas de cartel eran artistas interesantes, ni Tyler The Creator, ni Lana del Rey, ni Doja Cat pudieron agotar las entradas. De hecho, las imágenes más interesantes de la más reciente edición de Coachella, aparte del mal día de Blur, fueron las de los artistas latinos como Peso Pluma, Bizarrap o J Balvin que pudieron usar la tarima para consagrarse. Aun así, ya era tarde para agotar las entradas.
COMO COACHELLA EL MAD COOL Y EL PRIMAVERA SOUND SUFREN PARA MANTENER LA EXCLUSIVIDAD
El otro problema que empiezan a compartir los grandes festivales españoles con Coachella es que cada vez son menos los artistas dispuestos a asumir la exclusividad que por mucho tiempo exigieron los festivales. Pasó este año, con Pearl Jam presentándose en Barcelona pocos días antes de su paso por el Mad Cool, y empieza a ser evidente que artistas como Dua Lipa se pasean por una de estas tarimas sólo para anunciar un gran concierto poco tiempo después.
Es que la exclusividad ha sido siempre clave en la estrategia de los festivales. Volviendo al evento californiano por mucho tiempo, era o el primer sitio donde se presentaba algún proyecto, como la reunión de Guns N’ Roses o la pirámide de Daft Punk, o el único en el que estarían como cuando Beyoncé se presentó en 2018 con su única presentación de ese año con un formato que nunca ha repetido. Es todo un reto para los festivales, sobre todo cuando es cada vez más fácil comprar un billete para ver al mismo artista en París o en Dublín.