La pandemia de COVID-19 ha tenido un profundo impacto en la salud mental y el bienestar emocional de las personas a nivel global. Un estudio reciente llevado a cabo por varios grupos del área de Salud Pública del CIBER (CIBERESP) en la Universitat de Girona, la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) y la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), y publicado en ‘BMC Public Health’, ha analizado en detalle cómo este impacto se ha distribuido entre la población.
El estudio se realizó mediante una encuesta con una muestra de 1.223 residentes andaluces mayores de 16 años. Los investigadores identificaron un total de siete predictores socioecológicos (factores sociales y ambientales que influyen en los resultados), relacionados con la salud mental y el bienestar emocional, centrándose en factores como la gravedad de la infección por COVID-19, el estado de salud general, el apoyo social y la situación económica.
Impacto en Grupos Vulnerables
Los resultados del estudio revelaron que las personas con peor salud, apoyo social limitado y bajos niveles socioeconómicos fueron las más afectadas por el impacto de la pandemia en su salud mental y bienestar emocional. Según María Antonia Barceló, Investigadora Principal del Subprograma del CIBERESP ‘Desigualdades en Salud y COVID-19’, «las personas con problemas de salud preexistentes, menor apoyo social y dificultades económicas mostraron una mayor propensión a experimentar un deterioro en su bienestar emocional».
Además, el estudio encontró que las personas diagnosticadas con COVID-19 o que sufrieron infecciones graves también presentaron una peor salud mental. Esto evidencia que la pandemia ha tenido un impacto diferenciado en la población, afectando de manera más severa a los grupos más vulnerables.
Evolución del Impacto a lo Largo de la Pandemia
Durante el estudio, se observó una mejora en los indicadores de salud mental entre marzo-abril de 2020 y junio-julio de 2020. Sin embargo, casi un año más tarde, en abril-mayo de 2021, el bienestar emocional empeoró nuevamente, acompañado de una disminución del optimismo.
Estos hallazgos sugieren que el impacto de la pandemia en la salud mental y el bienestar emocional no ha sido estático, sino que ha evolucionado a lo largo del tiempo, con momentos de mejoría seguidos de periodos de mayor deterioro. Esto indica la necesidad de un abordaje integral y sostenido para abordar los desafíos de salud mental que han surgido como consecuencia de la crisis sanitaria.
Implicaciones y Recomendaciones
«Hasta la fecha, pocos estudios habían abordado de manera exhaustiva cómo la carga emocional y mental de la pandemia se distribuyó en la población, y este trabajo llena ese vacío», señala la investigadora María Antonia Barceló. Los resultados de este estudio tienen importantes implicaciones para el diseño de políticas y programas de salud pública, al resaltar la necesidad de abordar las desigualdades en salud mental y de priorizar a los grupos más vulnerables.
Además, este estudio subraya la importancia de mantener un seguimiento continuo del impacto de la pandemia en la salud mental y el bienestar emocional de la población, a fin de poder diseñar e implementar estrategias de intervención oportunas y efectivas que mitiguen los efectos negativos a largo plazo.