La hipertensión arterial o tensión arterial alta, es una enfermedad que afecta a todo el organismo. La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias, si la presión arterial sube, el corazón tiene que trabajar más para poder bombear sangre a todo el cuerpo. La presión arterial alta puede provocar diversas enfermedades del corazón, infartos de miocardio, accidentes cerebro vasculares, insuficiencia renal, problemas en los ojos y otros problemas de salud.
La presión arterial se mide en milímetros de mercurio (mm Hg), porque el primer aparato que se utilizó para medirla fue una columna de mercurio. La lectura de la presión arterial se hace con dos valores, el de la presión sistólica, es decir cuando los ventrículos del corazón se contraen y el de la presión diastólica, cuando los ventrículos se relajan, por ejemplo, 120/80 mm Hg. Esta cifra es un valor normal de presión arterial. Si uno o los dos valores están por encima de esta cifra, se considera presión arterial alta o hipertensión.
Muchos pacientes hipertensos, a pesar de los fármacos y los cambios en el estilo de vida, (llevar una dieta saludable, hacer ejercicio, reducir el consumo de alcohol y tabaco) continúan teniendo la presión arterial alta. Estos casos se conocen como Hipertensión Arterial Resistente, una afección en la que los niveles de presión arterial se mantienen por encima de lo normal a pesar del tratamiento. Las causas de la Hipertensión Arterial Resistente, son diversas e incluyen desde tener una edad avanzada, obesidad o sobrepeso, diabetes, enfermedades renales crónicas, síndrome de apnea del sueño, hasta la falta de cumplimiento, por parte del paciente, del tratamiento farmacológico pautado.
En el control de la presión arterial intervienen diferentes factores como el Sistema Nervioso Simpático que forma parte del sistema nervioso autónomo del cuerpo y conecta el cerebro, el corazón, los vasos sanguíneos y los riñones. Cada uno de estos órganos ejerce un papel importante en la regulación de la presión sanguínea. El cerebro procesa y envía información a todo del Sistema Nervioso Simpático. El corazón, al latir más rápido y más fuerte, aumenta la presión, cuando late más lentamente y con menos fuerza, la presión arterial disminuye. Si los vasos sanguíneos se dilatan disminuye la presión y si se contraen, aumenta la presión arterial. Los riñones controlan la necesidad de líquido y sal del cuerpo, liberan hormonas que influyen en la actividad del corazón y de los vasos sanguíneos. Además, los riñones están conectados con el Sistema Nervioso Simpático y pueden enviar y recibir señales eléctricas a los demás órganos relacionados con el control de la presión arterial. En pacientes con hipertensión arterial, los riñones pueden alterar su función hormonal provocando un aumento del ritmo cardiaco y una mayor retención de agua y sal, lo que hace que la presión arterial aumente.
Desde mediados del siglo pasado se han desarrollado muchos medicamentos para reducir la presión arterial, pero también existen alternativas al tratamiento farmacológico como la denervación renal, un tratamiento terapéutico mínimamente invasivo, aconsejado para los pacientes con hipertensión arterial persistente. En este tratamiento es importante hacer partícipe al paciente de la decisión terapéutica para abordar la hipertensión, “si la hipertensión no está controlada hay que poner fármacos, si sigue sin estar controlada, hay una alternativa que es la denervación renal. A veces el enfermo no se toma los fármacos porque tienen efectos secundarios, de hecho, una de las causas de la hipertensión arterial no controlada es el incumplimiento terapéutico en los enfermos crónicos, según las estadísticas está en torno al 45 por ciento de los pacientes” explica el doctor José Ramón Rumoroso, Jefe de Servicio de Cardiología Intervencionista del Hospital Quirónsalud Bizkaia.
Esta técnica consiste en desactivar de manera selectiva los nervios renales del sistema nervioso simpático para así reducir su actividad y revertir la retención de líquido y sal consiguiendo reducir las cifras de hipertensión arterial. La denervación renal se realiza introduciendo un catéter por una arteria hasta alcanzar la arteria renal. Este catéter emite radiofrecuencia o ultrasonidos produciendo la ablación de las conexiones nerviosas que provocan la hipertensión.
La denervación renal es una alternativa definitiva para acabar con una de las causas que provoca la Hipertensión Arterial Resistente. Normalmente, el efecto de una pastilla puede estar en 24 horas, en 12 horas o, a veces, en 8 horas, mientras que la ablación renal, el efecto va a permanecer a lo largo del tiempo. El tratamiento se realiza con sedación, el enfermo debe permanecer ingresado 24 horas para controlar el resultado de la denervación y poder ir suprimiendo el tratamiento. Las mejoras en los pacientes se perciben de forma inmediata. “La mejora que experimenta el paciente tanto en el control de la tensión arterial durante 24 horas como la que se toma en la consulta está en torno a unos 9mm de mercurio, cosa muy importante si tenemos en cuenta que los fármacos son eficaces en bajar la tensión cuando al menos bajan 5mm de mercurio”, añade el especialista. Se puede decir que la denervación renal dobla el efecto de algunos fármacos, además, la mejora que experimenta el paciente es rápida, a medio y largo plazo, este control de la tensión arterial va a mejorar su salud, así como el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares.