Las tortitas de cereales inflados, popularmente conocidas como «corchopán» o «cartón», han sido durante años promocionadas como una alternativa saludable y baja en calorías para quienes buscan perder peso. Sin embargo, un reciente estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha arrojado luz sobre esta creencia generalizada, desmintiendo sus supuestos beneficios para la salud y la pérdida de peso. El análisis de 151 variedades de tortitas revela que estos productos, lejos de ser una opción dietética ideal, pueden incluso contribuir al aumento de peso y ofrecer poco valor nutricional. En este artículo te contaremos por qué la OCU no recomienda el consumo de este alimento para bajar de peso.
1El aire no alimenta: La falacia de las calorías bajas en las tortitas de cereales
El atractivo principal de las tortitas de cereales inflados siempre ha sido su aparente bajo contenido calórico. La lógica parecía simple: al estar compuestas principalmente de aire, deberían contener pocas calorías. Sin embargo, el estudio de la OCU ha revelado una realidad muy diferente. Cuando se analiza el contenido nutricional por cada 100 gramos, estas tortitas superan las 380 kilocalorías, sobrepasando incluso al pan blanco común, que contiene alrededor de 240 kilocalorías por la misma cantidad.
Esta discrepancia se debe a la forma en que percibimos estos productos. Una sola tortita, efectivamente, contiene pocas calorías debido a su ligereza. No obstante, esta característica lleva a los consumidores a ingerir múltiples unidades, acumulando rápidamente un alto contenido calórico sin apenas darse cuenta. Además, las versiones enriquecidas con chocolate, yogur u otros sabores elevan aún más el aporte energético, alcanzando entre 443 y 471 kilocalorías por 100 gramos, equiparándose a muchos dulces convencionales.
La cuestión se agrava cuando consideramos que estas calorías son en su mayoría «vacías», es decir, aportan energía pero escasos nutrientes beneficiosos para el organismo. Las tortitas están compuestas principalmente por hidratos de carbono de absorción rápida, que provocan picos de glucosa en sangre y, consecuentemente, una sensación de hambre poco después de su consumo. Este efecto puede llevar a una ingesta excesiva de alimentos a lo largo del día, contrarrestando cualquier intento de control de peso.