A muchos conductores los tomó por sorpresa la nueva medida que busca implementar Cataluña. La comunidad autónoma, a partir del 1 de enero de 2026, prohibirá la circulación de vehículos con etiqueta B en sus Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), convirtiéndose en la primera región del país en adoptar una restricción tan rigurosa. Esta decisión, avalada por la Dirección General de Tráfico (DGT), afectará a miles de conductores de coches de gasolina matriculados entre 2000 y 2005, y diésel entre 2006 y 2013, y marcará un hito en la política ambiental española. En este artículo te contaremos que motivos han llevado a esta comunidad autónoma ha tomar esta drástica pero necesaria decisión. ¡No te lo pierdas!
1El semáforo ambiental: descifrando el sistema de etiquetas de la DGT
El sistema de etiquetas ambientales de la DGT es fundamental para comprender la nueva medida catalana sobre movilidad sostenible. Este esquema, que funciona como un semáforo ambiental, clasifica los vehículos según su impacto ecológico en cuatro categorías principales. La etiqueta Cero (azul) está reservada para vehículos 100% eléctricos y algunos híbridos enchufables con alta autonomía eléctrica. La etiqueta Eco (verde y azul) se otorga a híbridos, híbridos enchufables con menor autonomía y vehículos de gas natural o GLP.
Por otro lado, la etiqueta C (verde) abarca vehículos de gasolina matriculados desde 2006 y diésel desde 2014. Finalmente, la etiqueta B (amarilla), objetivo de la nueva regulación catalana, incluye vehículos de gasolina desde 2000 y diésel desde 2006. Este sistema de clasificación de la DGT no solo informa a los consumidores, sino que también permite a las autoridades implementar políticas de movilidad diferenciadas. Las restricciones de acceso a zonas urbanas, los incentivos fiscales y las regulaciones de aparcamiento pueden ajustarse según la categoría del vehículo, promoviendo así la transición hacia un parque móvil más limpio y eficiente.
La medida catalana, basada en el sistema de etiquetas de la DGT, demuestra cómo las políticas locales pueden aprovechar herramientas nacionales para abordar desafíos ambientales específicos. Al establecer un límite claro basado en estas etiquetas, Cataluña no solo mejora la calidad del aire en sus ciudades, sino que también incentiva la renovación del parque automovilístico hacia opciones más sostenibles.