Una vez más, el 26 de julio se alza como la fecha elegida para conmemorar el Día de los Abuelos, una jornada que busca rendir homenaje a aquellos seres que, con su amor incondicional y sus invaluables experiencias, han marcado la vida de innumerables nietos y nietas en todo el país. Estas personas mayores, que en ocasiones fungen como educadores, compañeros de juego y confidente, merecen ver reconocido su papel vital dentro de la sociedad española.
Maribel Cáceres, una madrileña de 64 años, se encuentra entre los millones de abuelos y abuelas que este jueves celebrarán con alegría y agradecimiento este día tan especial. Madre de dos hijas y abuela de dos nietas, Maribel confiesa que, a pesar de desconocer la existencia de esta efeméride, se siente abrumada por la felicidad que le ha traído su reciente paso a la abuelidad, en plena pandemia del COVID-19. «Me han alegrado la vida. Estar con ellas es estar feliz«, afirma con entusiasmo.
La Nostalgia y Ternura de los Nietos
Para la generación más joven, los abuelos y abuelas representan una conexión invaluable con el pasado, un vínculo cargado de nostalgia y ternura. Isabel Olmos, de 34 años, rememora con cariño a sus dos abuelos paternos, a quienes perdió siendo joven, y a su abuela materna, que hoy reside en un centro de mayores. «Mis abuelos han significado mi infancia entera. Me han aportado mucho amor, todo su tiempo«, confiesa con la voz entrecortada.
Las vivencias de Isabel con sus abuelos abarcan desde las partidas de cartas y parchís hasta los desayunos de churros y las visitas a misa. Recuerda a su abuela Sofía, una mujer a la que «le encantaba» jugar y que, a pesar de ser algo «más rígida», también era «más juerguista» junto a sus nietos. Por su parte, su abuelo Mariano se convirtió en un compañero y amigo con el pasar de los años, incluso ayudándola en los cuidados cuando la vejez y la enfermedad se hicieron presentes.
El Papel Crucial de los Abuelos en la Sociedad Actual
Hoy en día, en un contexto de bajos salarios, horarios complicados y dificultades para conciliar la vida familiar y laboral, los abuelos a menudo asumen un rol de crianza que antes no existía. Sin embargo, para Maribel, esta realidad no opaca el sentimiento y el amor que se siente hacia los nietos. «No es lo mismo ser abuela con 50 o 50 y pocos como lo fue mi madre, que con casi 70 o 60 y tantos», sostiene, reconociendo que, en su caso, la edad ha supuesto cierto agotamiento físico y psicológico.
Por su parte, Isabel, la madre de Maribel, recuerda con gratitud cómo su propia madre, Isabel Tomé, acudía sin dudarlo para cuidar de su primera nieta cuando esta enfermaba, cerrando su tienda sin ninguna queja o reproche. Hoy, Isabel Tomé, aquejada de un deterioro cognitivo y físico, reside en una residencia para mayores, pero aún mantiene vivo en sus nietos y biznietos ese amor y cariño que siempre les ha brindado.
En este sentido, Maribel considera que, para su hija Inés, de 2 años y medio, ir a ver a sus abuelos es sinónimo de alegría y disfrute, un «cambio de rutina» que le hace feliz. «Creo que le hace feliz poder disfrutar de sus abuelos», afirma con prudencia, destacando que, en su caso, los abuelos de Inés desempeñan un papel de apoyo y disfrute, más que de crianza.
En definitiva, el Día de los Abuelos es una oportunidad para celebrar la sabiduría, el amor y el tiempo que estas personas mayores han dedicado a sus nietos y biznietos a lo largo de los años. Una fecha que nos recuerda la importancia de valorar y honrar a quienes han dejado una huella imborrable en nuestras vidas.