La turismofobia y reducir la masificación obliga a una gran renuncia: 3.500 M€ solo en Baleares

La turismofobia y el anuncio de medidas para reducir la masificación de las zonas más turísticas conlleva una gran renuncia de la que nadie quiere hacerse responsable. Barcelona, Málaga, Marbella, la Costa Daurada, Sevilla, Costa Brava y Madrid son solo algunas de las zonas con mayor masificación. «No cabe ni un turista más, pero no se ponen barreras», lamentan fuentes de movimientos contra el turismo.

En Barcelona se ha anunciado el fin de Airbnb como modelo de negocio al suprimir los alquileres turísticos en 2028, cuando el alcalde Jaume Collboni podría no estar en la Alcaldía debido a que las elecciones municipales serán en 2027. Todo se encamina a las limitaciones, prohibiciones y barreras, incluso entrando en flagrantes contradicciones.

No se quieren alojamientos para turistas, pero se proyecta y se apoya la ampliación del aeropuerto de El Prat para atraer más rutas con aviones de mayor capacidad. Allá cada cual a la hora de explicar estas incongruencias, a no ser que haya otros intereses, como favorecer a los verdaderos beneficiados del fin de Airbnb: los hoteles, que con sus precios elevados podrán marcar la línea que separa al turismo de zapatilla del turismo de calidad.

LA MASIFICACIÓN A EVITAR, PERO SIN SOLUCIÓN A LA FALTA DE INGRESOS

Que Barcelona está masificada es un hecho, como también lo es la fuerte inversión realizada desde la década de los 90 hasta ahora para poner a la ciudad como un referente mundial, si bien en la última década y con la llegada de la inseguridad del ‘procés’, la marca ha ido a menos, hasta el punto de ser ampliamente superada por Madrid, con un tirón imparable en cuanto a los espectáculos y cultura se refiere.

Los grandes conciertos ya no se celebran ni en Montjuïc ni en el Palau Sant Jordi, sino en el Santiago Bernabéu y en el Wanda Metropolitano. La capital se erige como un imán imparable para el turismo que tanto anhela Barcelona, a pesar de sus trabas.

Sin embargo, estos conciertos y eventos masifican ciudades, traen consigo una subida de precios, como ha pasado con el fenómeno Taylor Swift y su ‘swiftflación’, con un incremento de precios en Madrid del 0,3%, según un último estudio. Al mismo tiempo, este incremento en la afluencia de turistas genera un profundo malestar vecinal, con plataformas contra la llegada de turistas y ante la imposibilidad de disfrutar de las calles, cuyo mantenimiento recae en los impuestos que ellos mismos abonan.

«Vienen de fuera y o te quedas en casa o evitas zonas que te gustan por las aglomeraciones». En Madrid, el turismo comienza a no ser de temporada. «Los hay todos los meses del año, sin importar si es verano o invierno», apuntan.

No le falta razón. Madrid se ha convertido en una máquina para el turista, y sin necesidad de playa, pero con decenas de piscinas naturales, pantanos y recintos municipales para refrescarse del calor. La Comunidad registró el pasado año un ascenso del gasto de los turistas del 38,4%, catorce puntos más que la media estatal y diez más que en Cataluña, con el 28,9%.

LA TURISMOFOBIA SE ABRE CAMINO

(Google News) La Turismofobia Crece En España De Cara Al Verano

Los precios turísticos, así como servicios y restauración, registraron las mayores subidas el pasado año al trasladar todo el aumento de costes y materias primas al precio final. Madrid recibió más de 7,84 millones de extranjeros, mientras Cataluña recibe un total de 18 millones. No obstante, Madrid supera los récords de 2019, mientras Cataluña se encuentra aún siete puntos por debajo de los niveles de cuatro años antes. De los llegados a Madrid tan solo el 9% escogen un alquiler turístico, mientras que el 20% se decanta por estar en casas de familiares. El 70% viene con el hotel reservado y sin paquete turístico.

El número de viajeros crece rápido en Madrid en los municipios de la periferia debido a los altos precios, tensionando aún más esas zonas que hasta hace unos años se esquivaban. No obstante, los altos precios hoteleros ponen de manifiesto que en la ciudad con la mejor red de Metro del mundo se puede recorrer prácticamente toda la M-45 sin necesidad de coger un vehículo y en poco menos de una hora.

El economista Santiago Niño Becerra, conocido por sus predicciones por la gran crisis económica y el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2006 y 2008 pone de manifiesto la gran renuncia a la que tendrían que hacer frente los territorios que buscan acabar con el exceso de turismo, y abrir el camino a la turismofobia, en gran parte prestado por las situaciones caóticas y de guerra que se están registrando en Ucrania e Israel. Sin esas zonas activas, gran parte del turismo busca otras zonas del Mediterráneo, como la costa de África y la de España, como también Grecia, Turquía e Italia.

EL PIB SIN TURISTAS Y EL EJEMPLO DE LA PANDEMIA

Según señaló en una entrevista en la radio pública de Baleares, el PIB de las islas alcanzó los 35.500 millones de euros en el año 2022, el último ejercicio publicado con datos revisados. El PIB de Baleares dependen en un 45% del sector turístico, o lo que es lo mismo, 16.000 millones de euros. Las Islas recibieron un total de nueve millones de personas, de lo que se extrae en términos medios, que cada millón de turistas aporta un total de 1.790 millones de euros en términos de PIB.

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Si Baleares impone barreras de entrada a los turistas, para regocijo de los fans de la turismofobia, con mayores tasas por pernoctación, limitación de entradas a monumentos, zonas costeras y restricciones de horarios, por ejemplo, para rebajar la afluencia en un millón de turistas anuales, supondría dejar de generar esos casi 1.800 millones de euros, es decir, una caída del 5% del PIB de forma inmediata. Cabe señalar que en la gran recesión de 2020, la economía se paralizó por completo y se sintió el impacto de la falta de turistas, hasta registrar más de dos dígitos abajo de media en España.

En el caso de perder dos millones de turistas, el precio subiría a 3.580 millones de euros, el equivalente al 10% del PIB. Con estos datos y caídas en la riqueza, Niño Becerra se hace un pregunta sencilla: «¿Se está dispuesto a renunciar a esa cantidad de PIB y, en su caso, se cuentan con herramientas y vías para generar ese PIB a través de otros procesos?». De esta forma, la solución a la masificación «pasa, de entrada, por una renuncia», pero no vende bien en los grupos de izquierdas y quienes promueven la turismofobia.