Johan Huibers, un empresario cristiano de origen holandés, tuvo un sueño y comenzó a hacerlo realidad en 2008. Cuatro años después, en 2012, su obra se convirtió en uno de los mayores reclamos turísticos del país: un réplica a tamaño real del Arca de Noé.
La barcaza, anclada en un río de Holanda, fue construida de acuerdo con las especificaciones que aparecían escritas en la Biblia hebrea: 119 metros de largo por 22 metros de altura.
El principal material que se utilizó para fletar el barco fue madera de cedro americano y de pino. Su interior está moldeado por cubiertas laterales con una impresionante forma curva y en uno de sus pisos tiene un anfiteatro conectado a la cubierta. La obra con un coste de 5 millones de dólares fue financiada con donaciones privadas que su inventor recaudó a través de la Fundación Arca de Noé (Ark Of Noah Foundation).
Ahora, Huibers quiere llevar su creación hasta Israel. «Mi destino preferido para el arca es Israel», reveló a la Agencia Telegráfica Judía (JTA). Según sus palabras, construyó el barco «para demostrar que Dios existe». «Quería difundir la palabra de Dios en los Países Bajos»,